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miércoles, 31 de octubre de 2018

Crítica: obra “Acreedores”

El pasado regresa para cobrarse su deuda 


VÍCTOR H. OSPINA- En lo que va de año, el director de teatro Andrés Rus ha pasado hasta en cuatro ocasiones por la sala Nueve Norte. Como actor, ha participado en “Papá y el resto”, de Marcos Fernández. Como director, en “El grito y la campanilla”, “La Extraña Pareja” y ahora ha regresado a las tablas con “Acreedores”, obra publicada en 1888 por el dramaturgo sueco August Strindberg que es considerado uno de los padres del teatro moderno. Si “La extraña pareja” era una comedia para romper los estereotipos de género a través del divorcio de Flori, “Acreedores” es una tragedia basada en el primero de los tres matrimonios del escritor. En esta ocasión, Rus trae a escena las bajas pasiones y sus instintos más perversos que a veces gobiernan la vida del hombre. 

“Acreedores”, nueva función para recomendar que se estrenó en el Festival Surge Madrid el mayo pasado y cuyo potente texto está de vuelta. 

A través de un muy buen papel de José Emilio Vera conocemos a Gustav. Hace de la venganza su leivmotiv e idea un plan maquiavélico contra Teklam su expareja, interpretada por Elda García. Pero no lo hace a través de la coerción física sino por medio de una enorme capacidad de seducción y de la violencia psicológica, lo que conlleva un poderoso juego mental para que su maniobra no quede al descubierto. No importa el daño que se pueda llegar a cometer ni el dolor que puedan sentir personas inocentes. Todo le vale para saldar esa cuenta con el pasado.

En cuanto a Elda García, trata de crear en Tekla un personaje con una voz distinta a la que promueve su ex, el de una mujer malévola, indecente, descarada. Se vende como una persona libre, que entrados en los 40 años luce de manera esplendorosa y que lucha para emanciparse del patriarcado.

No menos importante es el papel de Chema Coloma, que da vida a Adolf, la pareja de Tekla. Este artista dotado, pero con un proyecto estancado, es carne de cañón para el personaje interpretado por Vera y el flanco por el que empieza la venganza. Aporta la humanidad de la que el protagonista escasea. La expresividad y su dolor aportan una buena dosis de dramatismo a “Acreedores”.

Andrés Rus explica que los tres personajes forman un triángulo y representan la psique esquizofrénica de August Strendberg. Gustav es su lado más reaccionario, su fantasma. Odia a Tecka y quiere vengarse de ella. Adolf, por su parte, no puede vivir sin ella. Esta relación de amor-odio lo llevó a convivir con “mujeres liberales y liberadas”, pero al mismo tiempo “le provocaban una reacción visceral y machista”, me recalca Rus.

Aunque el dramaturgo sueco no es muy conocido en el mundo hispanohablante, en Suecia se le venera. Tanto que tiene su propio día. Sus traductores han dicho que es el Miguel de Cervantes sueco. Pero sobre él también pesa la sombra de machismo y misantropía, tal y como recuerda Rus. El director explica que no se ha querido blanquear su figura sino traer un texto que tiene una vigencia y cuyos conflictos son universales.

A pesar de que “Acreedores” se publicó hace 130 años, y el texto ha sido representado en muchas ocasiones, Rus detalla que ha sido uno de los textos más complicados a los que se ha enfrentado. El trabajo para “quitarle el tufo a naftalina” a Acreedores se ha hecho en dos partes. Por un lado, se han añadido elementos tecnológicos propios a nuestro tiempo. Y, por otro lado, se han eliminado pasajes discursivos muy pesados para que primara la acción interna y sin que se perdiera la esencia original del texto. En esta versión, realizada por Elda García, se ha potenciado la imagen de Tekla aportándole lucidez y rebeldía y, sobre todo, dotándola de una personalidad fuerte para que no se  convierta en un monigote de Gustav y Adolf, aclara Rus.

La personalidad polifacética de August Strindberg lo llevó a experimentar en la pintura, en la literatura y el periodismo. Al término de la obra, el espectador puede adentrarse en la fotografía y su pasión por lo que hoy denominamos selfies. Los autorretratos, que los hacía con un disparador remoto, los enviaba a directores, traductores, amigos, etc., lo que le convirtió en una de las personas más populares de Suecia. Quería que la gente viera su alma y creía que sólo se lograba cuando él apretaba el disparador.

“Acreedores” estará en la sala Nueve Norte hasta mediados diciembre.

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