El teatro alternativo es posible
En un pasado muy lejano el hombre ya sentía la necesidad de comunicarse con sus semejantes. Para ello, nuestros antepasados echaron mano de todo su ser: de los pies, de las manos y de la voz, porque a través de ella transmitían sus mensajes. Lógicamente, todo esto no era todavía teatro, aunque dichos elementos conformarían con el tiempo parte del lenguaje teatral.
Teatro procede del término griego “théatron” derivado de “theáomai” que significa “yo miro, contemplo”. El teatro griego, al que alude primariamente el concepto, presentaba varias clases de obras. Por un lado las tragedias, que se centraban en las leyendas de héroes; por otro, las piezas satíricas que estaban enfocadas en la burla a dichas leyendas. Y, por último, las comedias que hacían referencia a la vida corriente de la gente común. En cuanto al primer teatro romano del que tenemos noticia exacta de su creación es el construido en el 179 a. de C., un año después del saqueo de Corinto. Tras la muerte del teatro clásico se sucedieron miles de representaciones religiosas en las catedrales y en las plazas durante la Edad Media. Seguro que más de uno se estará preguntando cuál fue el origen del teatro en España. Pues bien, se conoce que en el siglo XI era representado el “Quem quaeritis” en el Monasterio de Silos (Burgos), hecho que ocurrió igualmente en Huesca y Santiago de Compostela.
Mucho antes de que se formalizaran los espacios cerrados que hoy en día conocemos como teatros, las representaciones se producían en las plazas de los pueblos. Un simple tablado rectangular se convertía en el escenario idóneo para que los espectadores pudieran disfrutar del espectáculo, bien de pie o bien sentados en carromatos. En este punto conviene definir el teatro alternativo. La Real Academia Española, en su tercera acepción, define alternativo como “en actividades de cualquier género, especialmente culturales, que difiere de los modelos oficiales comúnmente aceptados”. Llegados a este momento se puede afirmar que la alternativa al teatro comercial y al teatro público subvencionado es la que ofrece el teatro alternativo, con una programación y estilo muy originales.
Desde 2008, el teatro en España se ha visto obligado a responder con imaginación y talento a la crisis económica que sufre el país. El teatro alternativo ha surgido precisamente como resultado de la caída del sector y de la desesperación de muchos de sus creadores que prefieren huir de la palabra precariedad. El referente para muchos directores españoles en el campo alternativo ha sido la exitosa compañía “Timbre 4”, situada en el número 640 de la Avenida de Boedo, en Buenos Aires (Argentina). Impulsada por el dramaturgo Claudio Tolcachir, se inició como una casa abierta a nuevos lenguajes teatrales que funcionó como estímulo del sector en plena crisis argentina. Hoy en día continúa como compañía estable de éxito internacional.
Para el desarrollo de este teatro resultó esencial la presencia de los grupos independientes de la segunda mitad del siglo XX, una nueva generación de autores y actores con estética distinta a la que se veía en los escenarios. Su sistema de producción, a la larga, sería la auténtica alternativa del teatro tradicional. En España, además, la particular idiosincrasia del teatro se vio muy influida por la dictadura del general Francisco Franco cuyo régimen controlaba cualquier creación artística. No obstante, los grupos de teatro independiente mostraron una clara oposición al franquismo desde el primer momento y sortearon como pudieron las dificultades derivadas de la censura teatral impuesta, tanto fue así que algunos grupos consiguieron sobrevenir este periodo y evolucionar hacia otras direcciones.
El tipo de industria teatral mencionada ha progresado, como se ha comentado anteriormente, debido a la crisis económica que azota el país pero no por ello es la culpable de su irrupción. Muchas de las salas que albergan este teatro abrieron previamente a esta situación con la única pretensión de desarrollar nuevas formas de creatividad y de poder contar historias que no tenían cabida en un teatro más comercial. Como se puede comprobar, la interpretación no entiende de espacio ya que muchos de estos lugares son muy flexibles, a pesar de su reducido tamaño, y pueden acoger obras de lo más variadas en cuanto a temática en los rincones más insospechados. Estas nuevas materias conectan fácilmente con el público que entiende el montaje como una alternativa también en el precio. Se trata por tanto de funciones destinadas a aquellos que desean que la acción comience en los primeros minutos de la representación.
Una de las dificultades principales que mantienen muchas de estas salas es que con el escaso aforo que presentan no pueden cubrir ciertas necesidades básicas y recurren a la multiprogramación, generando disputas con las compañías. Además, algunas de estas salas no cumplen las normativas, carecen de salidas de emergencia o de ventilación y no son completamente accesibles para espectadores con movilidad reducida o de avanzada edad. Algunas incluso no tienen una licencia para poder desarrollar actividades teatrales y su espacio se califica como ilegal. Esto deriva en que cuantiosos espacios escénicos no convencionales siguen sin regular su incorporación a un mercado teatral oficial y sostenible.
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