Crítica: película “Red”

Mucho más que una metáfora de la pubertad

PAULA OLVERA-Confieso que tengo debilidad por las películas de Pixar así que tras el lanzamiento de “Onward” (2020), “Soul” (2020) y “Luca” (2021) esperaba con ganas el estreno de “Red”. Tanto es así que soy de las que redondeó en el calendario el 11 de marzo para descubrir a Meilin Lee quien, una mañana al despertar, se transforma en un panda rojo gigante. Y lo cierto es que me he llevado una grata sorpresa porque esta cinta disponible en Disney+ nos invita a abrazar a nuestro animal interior, proponiéndonos una certera metáfora sobre la pubertad. Pero este título dirigido por Domee Shii, la primera cineasta que lidera en solitario una gran producción del universo Disney acompañada además de un equipo artístico formado íntegramente por mujeres, va mucho más allá en su misión de dejar huella en los espectadores.

Hay muchas razones por las que “Red” se ha convertido en una de las películas de animación más entretenidas que he visto en los últimos tiempos, pero si por algo me ha gustado es por la oleada de nostalgia que me ha traído esta historia. Sin ir más lejos, tras ver la cinta me han entrado unas ganas tremendas de comprarme un Tamagotchi y revivir aquellos tiernos días que pasaba cuidando a mi mascota virtual. Y es que para los que fuimos adolescentes justo cuando se desarrolla la acción de esta cinta (2002) resulta muy curioso recordar uno de los juguetes más populares de antaño e incluso rememorar el fenómeno literario “Crepúsculo” que se erigió como la obsesión de muchos lectores en aquella época. Porque aquí Priya, la amiga de Mei, está leyendo un libro titulado “Nightfall” que se antoja como una clara referencia a la obra escrita por Stephenie Meyer.

En este marco, me ha encantado que la película incluya un buen puñado de easter eggs. Es decir, guiños ocultos al universo cinematográfico como la bola amarilla, azul y roja de Pixar, que aparece flotando en una piscina, o la icónica lámpara Luxo Jr. que se localiza en el reflejo del espejo ubicado en la habitación de Mei. Asimismo, también hay una referencia clara al camión de Pizza Planet, que aparece en una calle de Toronto, y que confirma una vez más cómo todas las películas de la compañía están interconectadas.

Aparte de estos guiños que harán las delicias de los fans más observadores, quiero subrayar que mis sensaciones tras ver la película son especialmente buenas. Desde aquí aplaudo a Pixar por abordar tan abiertamente la menstruación después de tocar otros temas peliagudos como la muerte en “Coco” (2017) o la depresión en “Inside Out” (2015). Es la primera vez que, en una película de animación del estudio enfocada a todos los públicos, se muestra en pantalla de forma natural una caja de ibuprofenos para los dolores, así como compresas de todos los tipos. Y es de esta manera tan sencilla como la la cinta rompe con absurdos tabúes.

“Red” además deja un gran mensaje sobre lo difícil que es ser adolescente y lo importante que es el diálogo con los padres durante el crecimiento personal de los menores. Y es que Mei trata de ser la hija perfecta, pero la realidad es que casi nunca expresa sus verdaderos sentimientos a sus progenitores por el temor a defraudar a su padre o a enojar a su autoritaria madre. Una circunstancia que hay que evitar con las nuevas generaciones. Porque, ¿cuántos temas nos hemos dejado en el tintero en nuestra pubertad solo por no reunir el valor suficiente para expresarnos con las personas que más nos quieren? Al fin y al cabo, la vida no consiste en tratar de complacer las expectativas familiares sino en aprender a decidir por nosotros mismos y descubrir a los demás nuestra verdadera esencia.

Aunque “Red” no se ha proyectado en cines, me alegra que los suscriptores de Disney+ hayamos acogido con los brazos abiertos esta película que explora en los conflictos internos de una chica de 13 años que nos hace comprender la trascendencia de aceptar al verdadero yo. Y es que estamos ante una recomendable historia sobre el paso a la edad adulta que hace hincapié en los problemas de transición que se experimentan en una época muy concreta de nuestra vida en la que intentamos descubrir quiénes somos.