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jueves, 24 de marzo de 2022

Crítica: película “Doce en casa”

La película de Disney+ que rinde un homenaje a los padrastros

PAULA OLVERA-Allá por 2003 yo bebía los vientos por Tom Welling así que disfruté especialmente de su papel en “Doce en casa” como uno de los doce hijos del matrimonio compuesto por Tom (Steve Martin) y Kate Baker (Bonnie Hunt). Si bien esta comedia tuvo secuela en 2005, “Doce fuera de casa”, ha sido ahora cuando verdaderamente se ha dado una vuelca de tuerca a la historia. Y es que el pasado 18 de marzo se estrenó en Disney+ una nueva versión con una familia mixta. Si bien no supera a la original, pecando de inconsistente e insípida en algunas escenas, hay algo que me ha emocionado muchísimo y es el homenaje a todos aquellos que ejercen de padres sin sangre de por medio. La visión del padrastro encarnado por Zach Braff no tiene desperdicio y conduce a una necesaria reflexión.

Las plataformas de streaming no han bajado el ritmo y si bien con tantos títulos sugerentes recomendar la nueva versión de “Doce en casa” suena disparatado, el mensaje profamilia que envuelve a esta cinta es muy emotivo y da que pensar. Personalmente, me ha gustado que se rinda un tributo a los padrastros en una historia orientada a todos los públicos porque seguro que más de un espectador se siente identificado y conecte con esta situación capaz de generar conversación.

Pese a que en la película original se ponía el foco en un matrimonio blanco que tenían un montón de hijos de diferentes edades, en esta nueva versión disponible en Disney+, y dirigida por Gail Lerner, se acierta con su adaptación a los nuevos modelos de familia. Una vez más, la gracia es que se centra en una prole numerosa, pero por distinta causa. En esta ocasión los Baker son una pareja multirracial interpretada por Gabrielle Union y Zach Braff.

El personaje encarnado por Zach Braff aporta tres hijos de una relación anterior con una mujer blanca (uno de ellos, por cierto, le adoptó tras la muerte de sus mejores amigos). A su vez, Gabrielle Union encarna a una mujer que ya tenía descendencia con un hombre de color. A los vástagos que ya suman cada uno hay que añadir cuatro mestizos fruto del amor entre los protagonistas y un sobrino de él al que adoptan. Y, en este contexto, se demuestra el cariño a todos por igual, sean o no de sangre.

Durante la película llama la atención cómo uno de los adolescentes (Andre Robinson) le dice al cabeza de familia que tiene más confianza con él que con su verdadero padre y éste, de hecho, se enfada e incluso amenaza con pedir la custodia exclusiva. En otra escena, la hermana de este chico (Journee Brown) pone contra las cuerdas al personaje asumido por Zach Braff quien intenta que el vínculo familiar no se pierda. De este modo, la película rinde un tributo precioso a aquellos que les ha tocado ejercer de padrastros y que se desviven de corazón por los problemas de hijos que no llevan su apellido. Un sacrificio invisible que, por otra parte, en la mayoría de las ocasiones no se ve recompensado hasta muy tarde, como también se apreció recientemente en el anuncio del Atleti con motivo del Día del Padre.

Seguramente este mensaje calará hondo en aquellos espectadores que realmente vivan esta experiencia, de todos modos, la película nos sirve en bandeja esta situación cada vez menos atípica para que reflexionemos sobre este papel poco reconocido de los padrastros. Y es que, como muestra la película, el día a día no es nada fácil porque este rol no viene con un manual de instrucciones ni hay manera de gestionar previamente este modelo familiar. De hecho, el término en cuestión (tanto para mujeres como para hombres) no adquiere una asimilación positiva desde tiempos inmemoriales. ¿O es que acaso ya nadie se acuerda del retrato de la malvada madrastra de “Cenicienta”?

En definitiva, “Doce en casa” de Disney+ se centra en mostrar la agitada vida y la manera de dirigir el negocio familiar de los Baker pero, a la vez, acierta en su homenaje a aquellos padrastros que se esfuerzan por ser tratados como padres biológicos. Son muchos los que intentan ganarse sin mucho éxito el cariño de hijos que no llevan su sangre y yo desde aquí les animo a que nunca dejen de esforzarse porque algún día se les reconocerá su entrega.

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