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lunes, 8 de febrero de 2016

Crítica: obra “Lluvia constante”

Lluvia al corazón


PAULA OLVERA- El pasado 13 de enero se reestrenó en el Teatro Bellas Artes de Madrid “Lluvia constante”, dirigida y adaptada por David Serrano. En un ambiente totalmente íntimo y minimalista los actores Roberto Álamo y Sergio Peris-Mencheta se dejan la piel para mostrar a los espectadores un baremo de emociones en el que se descubren los límites de la amistad, de la venganza y del amor. Un duelo dramático en el que dos grandes intérpretes de la escena nacional se dan cita para contarnos una historia aparentemente sencilla, pero con múltiples filos, algunos cortantes. Altibajos sentimentales que desnudan el alma de estos personajes atormentados por sus circunstancias vitales. La función estará hasta el 14 de febrero, no dejéis que os lo cuenten.


Cinco únicas semanas en la capital. Este es el tiempo límite al que se enfrenta Lluvia constante” que desde el pasado 13 de enero se representa en el madrileño Teatro Bellas Artes. Se trata de una obra dirigida y adaptada por David Serrano, que ya cosechó un gran éxito con esta misma representación en Teatros del Canal hace casi dos años. 

El reestreno de esta obra dejó varias anécdotas para aquel frío miércoles en Madrid. La calle del teatro estaba repleta y es que en el Círculo de Bellas Artes, cercano al espacio de la representación, estaba teniendo lugar una charla abierta con Pedro Almodóvar que, debido a la concentración masiva del público, dejó a las puertas a numerosas personas. Esa tarde-noche el Teatro Bellas Artes estaba a rebosar, era una jornada de nervios para los protagonistas y también para los espectadores que se habían quedado con las ganas de ver la función en su primera toma de contacto con la capital. Desgraciadamente, ese día la función no siguió su curso habitual, ya que se produjo un pequeño incidente de salud de uno de los asistentes que se subsanó rápidamente gracias a los profesionales de la sala. Durante este tiempo los dos actores demostraron su experiencia sobre las tablas y guardaron las formas hasta que el imprevisto se disipó. El espectáculo debía continuar.

Sin embargo, no se trata del simple reestreno de una pieza teatral, sino la vuelta a los escenarios de una historia emocionalmente potente y desgarradora que atrae a los espectadores a través de un viaje sin retorno. La vida y todo lo que esta palabra engloba no se verá de la misma manera. Cada decisión, cada gesto, cada acción pueden determinar que el mundo que existe a nuestro alrededor se ponga en pie o se desvanezca por completo. Quizá sean dos caras de una misma moneda, las mismas que conducen a un destino incierto víctima de una sucesión de hechos inesperados.

El propio inicio de “Lluvia constante” ya es suficiente para captar la atención del público durante la hora y media que dura la representación con un relato sencillo, cotidiano. Los dos actores interpelan a los visitantes quienes, desde sus butacas, responden con frases tímidas o nerviosas. Y es que desde que Roberto Álamo y Sergio Peris-Mencheta hacen su aparición en escena, no hace falta más en esta función, su presencia llega colmada de fuerza, haciendo suyas las tablas y demostrando que se trata de dos fenómenos, y no atmosféricos. El decorado es minimalista, porque lo único que importa es la palabra de estos dos monstruos teatrales que se crecen a medida que avanza la representación. Sus personajes son muy complejos, están llenos de matices y los espectadores no se distraen de sus interpretaciones en ningún instante, gracias a la estructura del guión que alterna monólogos, con diálogos y con flashbacks.

“Lluvia constante” presenta a dos jóvenes policías, Dani y Rodo, que son amigos desde la infancia. Cada uno de ellos tiene una personalidad muy diferente, el primero está obsesionado con proteger a todo aquel que encuentre a su paso, mientras que el segundo es una persona depresiva que no termina de encontrar el sentido a su vida. Ambos tienen que enfrentarse a los más trágicos sucesos que surgen en la noche hasta que un día sus vidas cambian para siempre debido a una serie de acontecimientos que solo pueden descubrir los espectadores que acudan a la función. Su amistad a prueba de bombas se verá influenciada por unos días en los que la lluvia no cesa ni un segundo. En este punto, el público intentará entender cuál de los dos policías es el bueno, si es que hay alguno que lo sea, en una relación alimentada de una supuesta lealtad que quedará cuestionada.

La obra trata temas tan escabrosos como la prostitución, el ajuste de cuentas, el valor de la familia por encima de la ley y también nos enseña cómo una sola frase puede cambiar para siempre la mirada de un niño. Una reflexión sobre los errores y aciertos de vidas comunes, pero complejas, como cualquiera de las que se encontraban en el teatro ese día. Porque uno de los puntos fuertes de esta representación es la empatía que genera, no habla de mundos ajenos, ni lejanos, todos nos podemos sentir, en cierta manera, identificados con esos personajes que fracasan, se levantan y vuelven a caer. La vida misma sobre un escenario recopilada en un corto espacio de tiempo y regalada por parte de todo el equipo en forma de entrada. Y es que se obsequia a los espectadores con un homenaje a ese género dramático que bebe de grandes maestros de las emociones como Tennessee Williams, una potencia interpretativa que casi duele en la piel del público y que es poco vista en las tablas.

La carga mental que genera “Lluvia constante” queda reflejada en los rostros de los asistentes. Una mezcla explosiva de incredulidad y comprensión, que atrapa y engancha a partes iguales para lograr que los espectadores queden fascinados con una historia que será recordada y estudiada en las escuelas de arte dramático. La interiorización de los actores de sus personajes, así como el buen hacer de todo el equipo queda latente. La calidad de la trama, envolvente y seductora gracias a su alto nivel de realidad, dibuja una obra equilibrada y armónica que guarda los golpes de efecto para los momentos adecuados, sin desviar ni un milímetro su carga sobre el alma de los asistentes.

Es la primera vez que esta obra se monta en castellano, pero con el éxito que está cosechando seguro que no será la última vez que se suba a algún teatro español, en múltiples versiones. El talento que se puede encontrar sobre el escenario es innegable, como también lo es la historia tan dolorosa que se expresa, que atrapa a los espectadores desde que se abre el telón. “Lluvia constante” es una producción apta para todos aquellos que quieran disfrutar de teatro puro y duro. No os lo penséis más y dejaros llevar por esta obra que estará en escena hasta el próximo 14 de febrero.

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