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viernes, 19 de enero de 2024

Entrevista: Ariadna Sánchez

“El mayor desafío en esta carrera es encontrar un equilibrio a nivel mental”

PAULA OLVERA- Ariadna Sánchez inició su carrera como bailarina de danza clásica a los 11 años. Tras su primer contacto con este arte en la Escuela Municipal de Danza Antonio Canales de Alcorcón, su carrera fue tomando forma hasta que llegó su primera oportunidad como profesional en la producción “El lago de los cisnes” de la Cork City Ballet de Irlanda. En 2020, el año del estallido de la pandemia, le surgió la oportunidad de su vida cuando Igor Yebra la contrató para el Ballet Nacional Sodre. Un sueño en Uruguay que ha durado cuatro años. Ahora, esta joven está de regreso a España con una maleta cargada de experiencias y, sobre todo, de nuevos proyectos y metas. Pese a que no es una profesión fácil, pues te expone a niveles elevados de estrés y ansiedad, al final el camino recorrido merece mucho la pena.

P: ¿Cuál ha sido tu formación en danza clásica?

R: Empecé a formarme en danza clásica al ingresar en el RCPD Mariemma en 2008, con 11 años. Allí ingresé mediante una prueba de acceso. Fui porque los maestros de mi escuela en Alcorcón hablaron con mis padres y les dijeron que existía una posibilidad bastante grande de poder ingresar en el conservatorio ya que veían que para mí la danza significaba algo más que un mero entretenimiento. Posteriormente continúe mis estudios en el mismo lugar y, después de dos años en elemental, decidieron presentarme a las pruebas para el grado profesional. El grado elemental ordinariamente se cursa en cuatro años, pero dado que contaba con la edad y las condiciones necesarias, desde el profesorado decidieron que podía pasar la prueba de acceso a profesional, aunque solamente hubiese cursado dos años de elemental. Al pasar la prueba de acceso a grado medio inicié la carrera en formación profesional en danza, carrera de seis años que completé y donde me gradué en septiembre de 2016 con 18 años.

P: ¿Qué aspecto de la danza clásica te atrajo inicialmente?

En realidad, mi amor por la danza clásica no fue un amor a primera vista ni mucho menos. Fue un amor que se fue cocinando lento. Arranqué a bailar porque me gustaba mucho la danza española, mis padres me llevaban a ver espectáculos de danza de todo tipo desde muy pequeña al igual que de teatro, especialidad que, por cierto, empecé con 3 años hasta los 11 años en una escuela de Navalcarnero, Teatro Tyl Tyl, donde disfruté mucho y además ayudó especialmente a desarrollar mi creatividad. Poco a poco fui encontrando el gusto por la danza clásica ya que era un ejercicio diario de constancia y, al no ver resultados inmediatos, suponía una especie de reto diario. Creo que esa mentalidad de superación y constancia fueron dos acciones claves para hacer que me enamorase de este arte que, hoy en día, puedo llamar oficio. Tuvieron mucho que ver en todas mis etapas como alumna de ballet los maestros que me apoyaron y confiaron en mi trabajo, empezando por mis profesores de aquella escuela de Alcorcón donde iba un par de días a la semana, pasando por Sandra Asensi que fue mi maestra en elemental y la que me brindó un gran apoyo, y terminando con Jorge Christoff, mentor en muchos aspectos en el grado profesional del conservatorio. Él fue una persona clave en mi carrera y tengo que decir que si sigo bailando actualmente es por estos grandes seres humanos que no me soltaron la mano en momentos complicados y siempre me alentaron a ser mejor y no conformarme.

P: ¿Cuáles son los mayores desafíos a los que te has enfrentado como bailarina profesional?

R: El mayor desafío en esta carrera es encontrar un equilibrio a nivel mental ya que es una carrera que se inicia a una edad muy temprana y te obliga a vivir cosas que, en cierta forma, con 18 años recién graduada (o en otros casos antes) no estás tan preparada para afrontar. Yo diría que tener que desplazarte y abandonar tu casa, tus raíces, tu familia, tu entorno, es de las cosas más complejas de esta profesión. Por lo menos para mí lo es. Si bien es cierto que es complejo de manejar a esa edad vivir en otros países con diferentes culturas y tener que hacerse cargo de una misma, lo cierto es que cuando lo logras es el mejor de los aprendizajes a nivel humano y profesional.

P: ¿Hay algún bailarín o coreógrafo que haya tenido una gran influencia en tu carrera?

R: ¡Claro que sí! Hay infinidad de bailarines que han sido y siguen siendo una fuente de inspiración para mí, empezando por grandes figuras conocidas como Evgenia Obraztsova, Olga Smirnova, Alessandra Ferri, Marianela Nuñez, Tamara Rojo, Ángel Corella, Julio Bocca etc. Quiero destacar igualmente a bailarines que me he ido encontrando a lo largo de mi carrera, bailarines que han pasado a ser maestros míos como Iván Barreto, José Antonio Checa, Jorge Christoff, Miriam Kescherman, y bailarines con los que he tenido el placer de aprender y compartir escenario en el Ballet Nacional del Sodre. Todo artista creo que tiene mucho para enseñar ya que la visión de todos nosotros siempre es única y también lo es la forma de expresarlo.

P: ¿Has explorado otras formas de danza además de la clásica?

R: Profesionalmente sólo me he dedicado a la danza clásica, aunque sí he trabajado con maestros de danza contemporánea y neoclásica durante mi carrera. A nivel recreativo me gustan mucho los ritmos urbanos y latinos, pero siempre encarándolo desde el entretenimiento y con muchísimo respeto hacia todos aquellos que hacen de ello su carrera.

P: ¿Cómo te preparas física y mentalmente antes de una actuación importante?

R: Siempre antes de una función hacemos una clase de calentamiento, ya sea guiada por un maestro o un calentamiento personal. En mi caso, cuando no hemos contado con un maestro para realizar una clase previa, me gusta hacer un calentamiento corto e intenso de barra y calentar los pies con las puntas posteriormente en el centro con unos pocos ejercicios. Justo antes de salir a escena hago alguna serie de abdominales para entrar en calor. A nivel mental me gusta mucho maquillarme y peinarme tranquilamente con mis auriculares y aislarme de la gente durante ese rato, ya que me ayuda a concentrarme y a estar tranquila antes de la función.

P: ¿Cómo enfrentas el estrés y la presión antes de una actuación?

R: Hace un par de años que vengo haciendo terapia con un psicólogo especializado en el ámbito deportivo y me ha dado diferentes tipos de herramientas, así como la meditación me ha ayudado mucho a reducir el estrés y a controlar la ansiedad. Las mismas terapias con él me han ayudado a ganar confianza y saber manejar mucho mejores situaciones extremas de estrés.

P: ¿Cómo recuerdas tu experiencia en la producción “El lago de los cisnes” en la Cork City Ballet de Irlanda haciendo roles de cuerpo de baile y solista?

R: Fue una experiencia muy linda, la recuerdo con mucho cariño ya que se trataba de la primera producción que hice como profesional. Fueron unos meses agotadores ya que estábamos desde las nueve de la mañana hasta las seis y media de la tarde casi sin parar, sumándole que el ballet de lago es uno de los más exigentes a nivel físico para las mujeres. Pero fue una experiencia que me enseñó mucho y de la que estoy muy orgullosa.

P: Tu trabajo más destacado hasta la fecha ha sido como bailarina del Ballet Nacional Sodre. ¿Qué has aprendido durante estos cuatro años en este organismo encargado de desarrollar el ballet clásico profesional de Uruguay?

R: En estos cuatro años he aprendido más que en toda mi vida, tanto a nivel personal como a nivel profesional. Cuando llegué allí era muy jovencita aún y no tenía una gran experiencia profesional. Igor Yebra me contrató para la temporada que iniciaba en enero de 2020 y fue un cambio brutal en todos los aspectos para mí. Me encontré con un país que me recibió con un cariño inmenso y lo que más me sorprendió fue la unidad entre los bailarines. Esta carrera es corta y con poca salida laboral, lo que hace que las personas sean más individualistas en su trabajo y mucho más competitivas. Cuando llegué al Sodre me encontré con una familia de profesionales que me han enseñado gran parte de lo que soy a día de hoy. A nivel institución el Sodre es una máquina gigante que funciona gracias al trabajo en equipo de los bailarines, técnicos, maquilladoras, personas de caracterización… Debo decir que me quité muchas inseguridades gracias a este equipo.

P: ¿Cómo ha sido la vida en Montevideo durante estos años y qué has echado de menos de España?

R: El primer año en Uruguay fue muy complicado ya que era la primera vez que me separaba de seres queridos a los cuales estoy muy unida, pero sumándole un extra de dificultad pues a los tres meses de llegar explotó la pandemia del coronavirus que nos encerró a todos en nuestras casas. Fue un año muy complicado para adaptarse a otro país lejos de mi familia. Lo que más extrañaba de España era a mi gente, pero añoraba mucho también la dinámica de Madrid, de vivir toda mi vida en una ciudad tan frenética y llena de estímulos que de repente se desvanecieron. Montevideo es un lugar muy tranquilo, con una forma de vida totalmente diferente, así que eso fue lo que más me costó en un principio ya que después aprendí a valorar y a admirar mucho esos momentos de quietud y silencio.

P: ¿Qué consejos darías a aquellos que aspiran a convertirse en bailarines profesionales de danza clásica?

R: Que disfruten del proceso, que no se castiguen y que sean constantes sin maltratarse, ya que es muy difícil a veces entender dónde está el límite entre disciplina y autosabotaje. La danza es un deporte de alta competición, aunque no esté considerado como tal, las horas que invertimos en entrenarnos están al nivel de cualquier deportista de élite y en algunos casos hasta por encima. Además de contar con el componente artístico que siempre hay que estar alimentándolo con estímulos diferentes, es una carrera difícil, no voy a engañar a nadie, pero las cosas que se hacen con vocación siempre merecen la pena y dan un sentido a una vida que está diseñada para ser vivida de una forma ordinaria. Creo que solamente por experimentar algo diferente ya merece la pena sacrificarse en muchas cosas.

P: ¿Cuáles son tus metas y aspiraciones a largo plazo como bailarina ahora que estás de regreso en España?

R: Ahora mismo me gustaría seguir experimentando cosas nuevas con la danza, explorarla en diferentes compañías y con diferentes movimientos, ver cómo funcionan a nivel organización, y una de las metas a cumplir sería poder hacerlo en mi país ya que han sido varios años fuera y me encantaría poder compartir mi profesión con mis seres queridos. Me gustaría mucho acercar la danza a los más jóvenes y a los más grandes, llevar este arte hermoso por muchos lugares y que la gente la conozca. Me encantaría aportar mi grano de arena en mi país como tantos otros talentos están tratando de hacerlo. Más adelante me gustaría generar un espacio seguro y sano a nivel pedagógico en danza ya que creo que cuento con la capacidad humana y artística para conseguirlo, pero eso ya sería hablando de futuro. Quería agradecer este espacio que se me ha brindado a través de Correvedile para contar un poquito de mi historia y ojalá tenga un impacto lindo en quién lo lea.

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