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lunes, 15 de enero de 2024

Crítica: monólogo “Imbécil” (midiendo las palabras)

 Imbécil, pero gracioso

MARÍA DE LA FUENTE- Cuando cae la tarde en la Gran Vía madrileña y el día deja paso al atardecer, las luces de los espectáculos despiertan e iluminan la calle. Musicales, obras de teatro, cines, comercios, restaurantes… todos muestran lo mejor de sí, atrayendo al público. El frío propio de enero no es una excusa, tampoco el viento y lluvia tampoco suponen un problema si buscamos pasar un buen rato de ocio. Qué mejor que con el actor y humorista Álex O'Dogherty pues sabe cómo entretener y hacer reír a los espectadores más exigentes. Y es que tras protagonizar más de 200 funciones del monólogo “Imbécil” (midiendo las palabras), el de San Fernando estrenó el pasado sábado 13 de enero la quinta y última temporada de este divertido espectáculo en el Teatro Capitol. Yo que vosotros no me lo perdía.

El Teatro Capitol acoge esta última tanda de representaciones de “Imbécil” en una sala pequeña, pero acogedora en la que aproximadamente trescientas personas se evaden de sus problemas durante 140 minutos. Que no dos horas como bien nos recuerda Álex durante la función.

Lo que más llama la atención al tomar asiento es que cada butaca es ocupada por una tarjeta que nos invita a acceder a la página web donde Álex vende sus productos (camisetas, juegos, etc.). Los minutos de espera resultan muy amenos pues en la pantalla del teatro también se muestra un código QR que ofrece la posibilidad de participar en un sorteo para conseguir un pack con el contenido de los espectáculos de Álex hasta la fecha.

Aunque el intérprete de 50 años no es tan puntual como un reloj suizo, en parte porque siempre hay espectadores rezagados accediendo a la sala en los minutos de descuento, el apagado de luces da paso a un espectáculo frenético de inicio a fin. Álex aparece en escena invitando al público a llamarle imbécil. Sí, como lo lees. Se nota que desde el primer momento quiere que los asistentes dejen la vergüenza fuera y sean partícipes de la función. Quiere que los presentes se relajen y disfruten. Y vaya si lo consigue.

Si bien el monólogo tiene su toque cómico, lo cierto es que Álex nos plantea muchas preguntas más profundas de lo que a simple vista aparentan: ¿Nos ofendemos por cualquier tema? ¿Hay límites para el humor? ¿En una sociedad con la piel tan fina somos de los que nos ofendemos por todo? Y algo todavía más trascendental: ¿Sabemos el significado de las palabras, palabritas y palabrotas? A través de anécdotas, juegos y canciones, el protagonista intenta resolvernos estas cuestiones y muchas más.

La luz enfoca a Álex todo el rat0. Si bien hay un par de cambios de luces para dramatizar algún momento, lo que más asombra es que la sala permanece iluminada para que se siga viendo al público. Porque los presentes forman parte esencial del espectáculo. 

En la última década, han sido varias las veces que Álex ha tomado el peso de una función sobre las tablas (¡qué grande su trabajo como maestro de ceremonias de “The Hole 2”!) y la verdad es que nunca deja de sorprender. En esta ocasión, juega con la música en directo, creando sus propias bases in situ, improvisando e incluso haciendo cantar y bailar a todas las personas que han pagado su entrada. Una debilidad personal es escucharle hablar con ese deje andaluz que se escapa de vez en cuando. Escuchar al gaditano sus anécdotas es una delicia.

Cabe subrayar que los espectadores también adquirimos un papel muy importante, de hecho, si sois afortunados tendréis que ayudar al cómico a realizar distintas acciones. Así que ya sabéis, si quieres pasar un rato divertido y olvidaros de esta vida tan estresante os recomiendo que vayáis a ver a Álex al teatro. No os defraudará.

Con la colaboración de Alberto Olvera. 

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