Ni contigo ni sin ti
PAULA OLVERA- Un 24 de noviembre, pero de 1957, Diego Rivera fallecía al sur de la Ciudad de México. Tenía 70 años y toda una carrera consagrada como muralista. Si bien se le recuerda por influyentes obras de alto contenido político y social, lo cierto es que su nombre también está ligado eternamente al de Frida Kahlo. Así se aprecia en la serie documental “Frida” de la BBC que desde el pasado año se puede ver en Movistar+. Tres episodios son suficientes para construir un retrato muy interesante de la pintora en el que no podía faltar el impacto de la gran historia de amor que marcó su vida. Porque mucho antes de erigirse como uno de los rostros más famosos del mundo y de convertirse en una mujer extraordinaria que se esforzó por ser independiente, experimentó un sentimiento incondicional de esos que merecen ser contados.
Hablar
de Diego Rivera es traer el recuerdo de Frida Kahlo. Y viceversa, como se aprecia en la serie documental
“Frida” que os recomiendo para conocer más de cerca la historia de vaivenes
emocionales de ambos.El primer episodio, titulado “Vida y dolor”, nos introduce
en los primeros años de Frida Kahlo quien a los seis fue diagnosticada con
poliomielitis. Se refleja igualmente el modo en que rompió tabúes pues en su
arte no hizo concesiones, resultando una pintora revolucionaria y transgresora.
Ahora bien, lo que más llama la atención
es la plasmación de su profundo y un tanto obsesivo amor por Diego Rivera al
que Frida Kahlo veneraba desde joven cuando ya forjaba su irreverente y rebelde
carácter. Un sentimiento que se cocía cuando él ya había adquirido fama y
participaba en conferencias en la Escuela Nacional Preparatoria de México.
Como a veces les sucede a los genios, Frida
Kahlo presentaba inseguridades. ¿Verdaderamente tenía madera como pintora? Una
duda que fue resuelta precisamente por Diego Rivera cuando un día se presentó
en el Ministerio de Educación y le pidió sin reparo que hiciera una valoración
de algunos de sus cuadros como “Dos mujeres” (1928) o “Bebé en pañales” (1929).
El muralista reconoció enseguida el talento,
alentándola a convertirse en pintora y encontrar su camino.
De todas formas, el primer gran encuentro entre Diego Rivera y Frida Kahlo se produjo en
una fiesta organizada por la fotógrafa Tina Modotti. Fue ahí cuando la
artista pasó de verle como un maestro que pintaba murales a un hombre cuya
opinión verdaderamente le importaba pues el de Guanajuato no tenía pelos en la
lengua. Los 21 años de diferencia de edad que les separaban no supusieron un
inconveniente para ella pues se había quedado prendada de su personalidad. Claro
que, para él, también fue fascinante tratar con la de Coyoacán porque se había
topado con una mujer de ideas propias.
La
admiración que Diego Rivera sentía por Frida Kahlo pronto quedó plasmada con “En
el arsenal” (1928) donde aparece la pintora repartiendo armas a los obreros. Un mural en el
que, por cierto, también se encuentra a la derecha Tina Modotti. El 21 de
agosto de 1929, un año después, se casaron en una ceremonia civil muy íntima a
la que acudió Guillermo Kahlo, pero no Matilde Calderón y González dado que no
aprobaba la diferencia de edad de la pareja. Tampoco aceptaba que el muralista
fuera comunista.
A
pesar de que Diego Rivera y Frida Kahlo se enamoraron muy rápido, la
convivencia y relación no siempre resultó fácil. De hecho, las
infidelidades del muralista eran constantes y esta situación generaba muchos
celos en la pintora. No obstante, su mayor dolor se produjo tras sufrir su
primer aborto (tendría dos más) y sopesar que su marido se preocupaba de otras
cuestiones más allá de la paternidad.
Posiblemente el dolor impulsaba el arte de
Frida Kahlo como se expone en “Amor y pérdida”, el
episodio dos de la mencionada serie documental. Y es que apenas un año después
de darse el sí quiero, la pareja se trasladó a San Francisco (California) en el
momento en que Diego Rivera se encontraba en la cima de su carrera. Si bien éste
la animó a aprovechar las oportunidades en Estados Unidos, de alguna manera ella
siempre se sintió en la sombra, sobre todo, cuando su esposo dibujó a la
tenista Helen Wills Moody en el mural “La Alegoría de California”. Y es que
ella entrañaba su México natal y, en el fondo, se sentía muy sola. Una soledad que se acrecentó cuando el
muralista le traicionó con su hermana pequeña Cristina a quien sedujo
completamente.
Frida Kahlo murió con 47 años y sus
cenizas reposan en la Casa Azul la cual el muralistsa donó al pueblo de México
antes de su muerte. Y es que la vida de Diego
Rivera también se desmoronó con la pérdida de la pintora hasta el punto de que
falleció tres años después.
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