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viernes, 24 de noviembre de 2023

Reportaje: Diego Rivera

 Ni contigo ni sin ti

PAULA OLVERA- Un 24 de noviembre, pero de 1957, Diego Rivera fallecía al sur de la Ciudad de México. Tenía 70 años y toda una carrera consagrada como muralista. Si bien se le recuerda por influyentes obras de alto contenido político y social, lo cierto es que su nombre también está ligado eternamente al de Frida Kahlo. Así se aprecia en la serie documental “Frida” de la BBC que desde el pasado año se puede ver en Movistar+. Tres episodios son suficientes para construir un retrato muy interesante de la pintora en el que no podía faltar el impacto de la gran historia de amor que marcó su vida. Porque mucho antes de erigirse como uno de los rostros más famosos del mundo y de convertirse en una mujer extraordinaria que se esforzó por ser independiente, experimentó un sentimiento incondicional de esos que merecen ser contados.

Hablar de Diego Rivera es traer el recuerdo de Frida Kahlo. Y viceversa, como se aprecia en la serie documental “Frida” que os recomiendo para conocer más de cerca la historia de vaivenes emocionales de ambos.El primer episodio, titulado “Vida y dolor”, nos introduce en los primeros años de Frida Kahlo quien a los seis fue diagnosticada con poliomielitis. Se refleja igualmente el modo en que rompió tabúes pues en su arte no hizo concesiones, resultando una pintora revolucionaria y transgresora. Ahora bien, lo que más llama la atención es la plasmación de su profundo y un tanto obsesivo amor por Diego Rivera al que Frida Kahlo veneraba desde joven cuando ya forjaba su irreverente y rebelde carácter. Un sentimiento que se cocía cuando él ya había adquirido fama y participaba en conferencias en la Escuela Nacional Preparatoria de México.

Como a veces les sucede a los genios, Frida Kahlo presentaba inseguridades. ¿Verdaderamente tenía madera como pintora? Una duda que fue resuelta precisamente por Diego Rivera cuando un día se presentó en el Ministerio de Educación y le pidió sin reparo que hiciera una valoración de algunos de sus cuadros como “Dos mujeres” (1928) o “Bebé en pañales” (1929). El muralista reconoció enseguida el talento, alentándola a convertirse en pintora y encontrar su camino.

De todas formas, el primer gran encuentro entre Diego Rivera y Frida Kahlo se produjo en una fiesta organizada por la fotógrafa Tina Modotti. Fue ahí cuando la artista pasó de verle como un maestro que pintaba murales a un hombre cuya opinión verdaderamente le importaba pues el de Guanajuato no tenía pelos en la lengua. Los 21 años de diferencia de edad que les separaban no supusieron un inconveniente para ella pues se había quedado prendada de su personalidad. Claro que, para él, también fue fascinante tratar con la de Coyoacán porque se había topado con una mujer de ideas propias.

La admiración que Diego Rivera sentía por Frida Kahlo pronto quedó plasmada con “En el arsenal” (1928) donde aparece la pintora repartiendo armas a los obreros. Un mural en el que, por cierto, también se encuentra a la derecha Tina Modotti. El 21 de agosto de 1929, un año después, se casaron en una ceremonia civil muy íntima a la que acudió Guillermo Kahlo, pero no Matilde Calderón y González dado que no aprobaba la diferencia de edad de la pareja. Tampoco aceptaba que el muralista fuera comunista.

A pesar de que Diego Rivera y Frida Kahlo se enamoraron muy rápido, la convivencia y relación no siempre resultó fácil. De hecho, las infidelidades del muralista eran constantes y esta situación generaba muchos celos en la pintora. No obstante, su mayor dolor se produjo tras sufrir su primer aborto (tendría dos más) y sopesar que su marido se preocupaba de otras cuestiones más allá de la paternidad.

Posiblemente el dolor impulsaba el arte de Frida Kahlo como se expone en “Amor y pérdida”, el episodio dos de la mencionada serie documental. Y es que apenas un año después de darse el sí quiero, la pareja se trasladó a San Francisco (California) en el momento en que Diego Rivera se encontraba en la cima de su carrera. Si bien éste la animó a aprovechar las oportunidades en Estados Unidos, de alguna manera ella siempre se sintió en la sombra, sobre todo, cuando su esposo dibujó a la tenista Helen Wills Moody en el mural “La Alegoría de California”. Y es que ella entrañaba su México natal y, en el fondo, se sentía muy sola. Una soledad que se acrecentó cuando el muralista le traicionó con su hermana pequeña Cristina a quien sedujo completamente.

Frida Kahlo murió con 47 años y sus cenizas reposan en la Casa Azul la cual el muralistsa donó al pueblo de México antes de su muerte. Y es que la vida de Diego Rivera también se desmoronó con la pérdida de la pintora hasta el punto de que falleció tres años después.

En conclusión, Diego Rivera es recordado como un artista muy ambicioso y extrovertido, desarrollando pinturas realistas y narrativas repletas de contenido social, pero especialmente por mantener una relación con Frida Kahlo que mantuvo tantas dosis de pasión como de tormento. Y es que lo que empezó como un acto de admiración, porque los dos compartían el mismo deseo de pintar, se transformó en un camino por una cuerda floja.

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