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jueves, 7 de septiembre de 2023

Crítica: espectáculo “Corta el cable rojo”

Maestros de la improvisación

PAULA OLVERA- Tras conseguir la popularidad sobre las tablas, mantenerse en la cumbre del reconocimiento es más difícil aún. Después de once temporadas haciendo reír en la Gran Vía, el elenco de “Corta el cable rojo” sigue cosechando grandes éxitos y ahora entiendo por qué. Carlos Ramón, también al frente de la dirección, José Andrés y Salomón son tres hachas en el arte de la improvisación y el humor creado en el momento. Durante los aproximadamente 100 minutos que dura este espectáculo, consiguen que el público se tronche de la risa con su arriesgada propuesta que parte curiosamente de las ideas que ofrecen los propios asistentes en directo. Sin trampa ni cartón. Su agilidad mental y fluidez verbal origina un show divertido, original y moderno repleto de números hilarantes apoyados en música y efectos audiovisuales.

“Corta el cable rojo” es un título que, de primeras, puede generar cierta incomodidad a aquellos espectadores que detestan ser parte de una función e incluso que acuden al teatro con el pie torcido y el pensamiento redundante de “por favor, no me mires”, “por favor, no me saques al escenario”. Sin embargo, el elenco tampoco es que busque la provocación a toda costa o generar una situación embarazosa sino nutrirse de la magia y energía del directo por lo que se vuelve una experiencia mucho más agradable de lo que a simple vista parece si alguien te cuenta que se trata de una función muy participativa.

En un principio “Corta el cable rojo” se percibe como una representación sencilla e incluso mediocre, muy de andar por casa, pero presenciamos un trabajo muy complejo y creativo apoyado exclusivamente en la espontaneidad de los protagonistas y en los medios tecnológicos disponibles que son capaces de provocar las carcajadas instantáneas y sinceras de un público que, insisto, juega un papel fundamental pues los números se conforman en base a sus respuestas e interacciones.

De todas formas, que no cunda el pánico, las preguntas que se formulan nunca son excesivamente personales y, de hecho, los espectadores pueden responder lo que les apetezca porque a los intérpretes les gustan los retos así que cuanto más divertidas y bizarras sean las contestaciones (por ejemplo, de géneros cinematográficos o estilos musicales) mejor que mejor. Aquí no hay nada forzado, todo vale con tal de hacer reír y pasar un buen rato, y creo que ese es el secreto de su triunfo.


Evidentemente, los cómicos no se mueven por arenas movedizas, sino que se desenvuelven en un entorno conocido y respaldado por unos efectos especiales en concordancia con la actualidad. ¡Bravo por el trabajo audiovisual que engrandece las bromas! Además, doce años con la misma función hace callo y, desde luego, se notan las improvisaciones acumuladas a sus espaldas en el Pequeño Teatro Gran Vía. Aman su profesión y cada representación destila la misma intensidad y gracia porque simboliza una nueva oportunidad de seguir sobre las tablas como se subraya al final del espectáculo.

Admiro que Carlos Ramón, José Andrés y Salomón sean unos expertos en su campo, pero especialmente que se complementen tan bien pues incluso improvisan canciones que funcionan como un tiro y saben cuándo acabar en alto una escena. En pocas palabras, como grupo cuadran estupendamente creando un espectáculo dinámico, entretenido y cómplice. Irrepetible.

“Corta el cable rojo” es por tanto un show diferente que aporta un valor extra y es que ninguna función será parecida a otra. De verdad de la buena.

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