Un homenaje al cine desde el teatro
PAULA OLVERA-Gracias a la Asociación de la Prensa de Madrid he disfrutado de “Hollywood, el musical” en el Teatro Amaya, ubicado en el Paseo del General Martínez Campos número 9. Este espectáculo, que se desarrolla cada domingo a las 17 horas, os hará vibrar el corazón aunando en riguroso directo las mejores canciones de la historia del cine sobre un mismo escenario. Aunque la función se prolongue durante 130 minutos, ahora entiendo que no haya descanso dado que la historia que surca estos temas inolvidables envuelve el patio de butacas. Porque por encima de ejecutar un sincero homenaje al séptimo arte desde las tablas, los protagonistas Ángeles Vela y Naím Thomas nos recuerdan la importancia de luchar por los sueños y la trascendencia del amor.
De “Hollywood, el musical” no podéis esperar un espectáculo
grandilocuente al estilo de las representaciones que copan la Gran Vía
madrileña, pero cumple con su misión de entretener y emocionar a los
espectadores que progresivamente hemos devuelto el calor a los teatros tras el
estallido de la pandemia del coronavirus. Aunque el uso de mascarillas sigue
siendo obligatorio, las sonrisas del público se plasman en cada aplauso entre
números musicales. Porque con este simple gesto los asistentes demostramos
nuestro entusiasmo ante una función que
ha venido para llenar de color y esperanza el Teatro Amaya.
“Hollywood,
el musical” cuenta con una gran baza que es la nostalgia a través de las
canciones. La música es un personaje más en la obra, sirviendo
de punto de unión de la historia y, sobre todo, de elemento efectivo que
consigue que los espectadores nos transportemos a otra época de nuestras vidas
sin movernos de las butacas. Porque, ¿a quién no le ha pasado que ha escuchado
un tema que hace mucho tiempo que no oía y se le han removido todo tipo de
emociones? Durante la función ocurre precisamente esta revolución emocional
gracias a la interpretación de bandas sonoras de películas que marcaron a toda
una generación como “My Heart Will Go On” de “Titanic”.
Inevitablemente recurrir a estas letras conduce a un
homenaje más amplio y profundo del séptimo arte y creo que es aquí donde “Hollywood,
el musical” resulta más novedoso. Porque
musicales hay muchos en cartelera, pero ningún otro nos evoca en un periodo de
tiempo tan corto tantas películas, desde la noventera “Armageddon” a otras más
actuales como “La La Land”.
Más allá de que “Hollywood, el musical” es un
espectáculo para cantar y mover los pies como me ha pasado a mí en platea, considero que el verdadero plato fuerte es
la historia que narra y que ayuda a sentir más eufóricamente todo el
envoltorio. Digo esto porque, al fin y al cabo, la función está
representada por una chica corriente llamada Alicia que podría ser cualquier
espectador afrontando sus sueños. La joven es demasiado soñadora, pero de
alguna manera desde el arranque de la función nos transmite que, para cumplir
los deseos, en su caso ser actriz, además de talento hay que tener
personalidad. Mejor eso que erigirse como una mala copia de otra persona.
La historia arranca con Alicia despidiéndose de sus
padres y viajando a Los Ángeles para cumplir sus sueños. Sin embargo, la
protagonista pronto se dará un baño de realidad dado que la vida no es tan
idílica como en las películas y, a veces, la ingenuidad y la poca picaresca
pueden jugar una mala pasada. De todas formas, la protagonista luchará por encontrar su camino siendo siempre ella
misma.
Si bien he acabado rendida a este personaje encarnado
por Ángeles Vela, he de decir que las actuaciones en general de los integrantes
de la función me han dejado un tanto tibia. El elenco de “Hollywood, el
musical” encabezado por la mencionada protagonista que toma la voz cantante, y
nunca mejor dicho, muestra en cada escena su pasión, pero desafortunadamente, a
veces la entrega no es suficiente para conectar con el público. Que el teatro
se desarrolle en vivo posibilita que las interpretaciones te atrapen y
conmuevan al instante o que, de lo contrario, te rechinen. En mi caso, no sé si
es porque en segunda fila no se escapa ningún detalle, me ha parecido que por
momentos la función se pierde por los actores y actrices sobreactuados. Y es
que soy de las que opina que las exageraciones gestuales y verbales enturbian
la naturalidad de los diálogos. Además, este montaje musical se sustenta mucho
en coreografías, dirigidas por Fátima Padial Martín, que por instantes resultan
imprecisas dado que los bailarines no terminan de definir al unísono los
movimientos y se crea un efecto raro.
De cualquiera manera, aunque “Hollywood, el musical”
no me haya hecho perder la noción del tiempo completamente, sí que ha conseguido que eche la vista atrás a mis
años más tiernos como seguidora de “Operación Triunfo”. Confieso que si por
algo me ha motivo acudir a esta función es por descubrir a Naím Thomas, de la
primera edición del emblemático concurso, desplegar su talento tantos años
después de saborear las mieles del éxito televisivo. Solemos atribuir el éxito
a David Bisbal, David Bustamante o Chenoa porque sencillamente los vemos más
por televisión y escuchamos más asiduamente sus canciones por la radio, pero os
aseguro que es muy emocionante ver cómo el de Premiá de Mar también sigue dando
rienda suelta a su pasión por la música en escenarios más modestos. Desde
luego, no es fácil ponerle voz a un tema de Frank Sinatra ni encarnar a un
personaje como Jorge, pero se nota que el cantante de 41 años no ha perdido la
garra con el paso del tiempo y durante toda la función demuestra su
versatilidad con las canciones en inglés.
Cabe subrayar por último que “Hollywood, el musical”
cuenta con varios cambios de vestuario y nos traslada a diferentes ambientes
sin
grandes artificios, como el hogar estadounidense de Alicia y sus dos compañeras
de piso. Lejos de la pomposidad, me
parece acertado que la función se apoye en una pantalla gigante porque resulta
cuanto menos poético en este certero homenaje al cine.
Las
entradas de “Hollywood, el musical” no son caras para todo lo que ofrece este
espectáculo, con la protagonista viviendo su propia
película y los espectadores ojipláticos acompañándola en la búsqueda de sus
sueños.
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