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domingo, 18 de septiembre de 2016

Crítica: obra “El pequeño poni”

El acoso escolar a escena


PAULA OLVERA- María Adánez y Roberto Enríquez se suben a las tablas para interpretar una cruda historia acerca del acoso escolar. “El pequeño poni” muestra la dolorosa realidad en la que cada vez se ven envueltos más niños y niñas de cualquier ciudad del mundo. El texto, escrito por Paco Bezerra, es una reflexión sobre la libertad, el miedo y los patentes prejuicios sociales que nos rodean. Se trata de un montaje dirigido por Luis Luque que está inspirado en hechos reales que le sucedieron a un pequeño en Estados Unidos en 2014, circunstancia que removerá aún más si cabe el corazón de los espectadores. Este drama estará en el cartel del madrileño Teatro Bellas Artes hasta el próximo 16 de octubre. Es hora de sumarnos a la causa y de estar alerta porque lo peor del acoso individual es la ceguera colectiva. 

“El pequeño poni” relata el sufrimiento de Luismi, un chiquillo de diez años, a través de los ojos de sus padres Jaime e Irene. Éstos quieren a su hijo por encima de todas las cosas, sin embargo, un incidente en el colegio del menor cambiará por completo el rumbo de la vida de toda la familia. El niño es discriminado por sus compañeros por el simple hecho de portar una mochila un tanto colorida e infantil para su edad. A partir de este momento comenzará una lucha, tanto interna como externa, de todos los personajes, donde los progenitores tendrán que hacer frente a una ceguera sentimental velada hasta ese instante.

El montaje, que os dejará sin respiración, está inspirado en hechos reales, concretamente en el caso de Grayson, un niño de nuevo años que llegó a sufrir ataques físicos y verbales por la simple circunstancia de llevar colgada una mochila de los dibujos animados de la serie “My Little Pony”. No fue el único pequeño que tuvo que soportar el rechazo por parte de sus compañeros ya que, tan sólo un mes antes, Michael Morones, de su misma edad, se vio atrapado en una situación parecida. La producción animada “My Little Pony”, que se ha visto empañada por estos acontecimientos, no ha dudado en erigirse como uno de los mayores símbolos de la lucha contra el acoso escolar, también conocido como bullying, máxime cuando los personajes de esta animación transmiten principalmente el valor de la amistad que es uno de los que debieran primar en la infancia.

La pieza consigue emocionar a todos los presentes gracias a las intensas interpretaciones de María Adánez y Roberto Enríquez que transportan a la escena a un pequeño que no está presente, pero que lo sentimos cercano, como si fuera nuestro propio hijo, sobrino, hermano o amigo. El instinto de protección inunda la sala acompañado por una tenue luz que marca el paso de los días en la historia. La música también acompasa el ritmo de la trama y es tan fundamental como la videoproyección que envuelve la atmosfera teatral.

En todo momento se muestra la sintonía de los dos actores sobre el escenario, seguramente resultado de la buena dirección de Luis Luque. Hay que destacar que no es la primera vez que Luque procura directrices a María Adánez ya que han estado girando juntos con la obra “Insolación” de Emilia Pardo Bazán. A esto hay que sumar la popularidad que los dos intérpretes de la función han obtenido en el medio televisivo, un plus añadido seguramente para algunos espectadores que desean conocerles en otros campos artísticos. Así que, por ejemplo, para los que se hayan quedado con ganas de más Roberto Enríquez tras el inesperado final de la serie de Antena 3 “Vis a vis” ésta es la mejor oportunidad para disfrutar de su trabajo a escasos metros de distancia.

Esta producción teatral nos descubre una faceta muy personal de los protagonistas con la que muchos se sentirán identificados. La educación, crianza y, sobre todo, la toma de decisiones respecto a los hijos son quizás la parte más complicada que tiene que superar una pareja. Es en este punto donde los personajes se topan con los problemas, cada uno tiene una particular visión de cómo ayudar a su retoño a superar las trabas que está teniendo en la escuela y que acaban por romper en cierto modo los lazos que el matrimonio creía bien atados. Este tipo de circunstancias sirven, sin embargo, para fortalecer las relaciones entre progenitores porque, al fin y al cabo, los niños son los principales perjudicados ante el malestar entre los adultos. Los referentes parentales deben convivir en armonía, aunque para ello sea necesario remover conciencias y volver al pasado para cambiar ciertas actitudes y emociones que no dejan avanzar sanamente. 

La obra también plantea la necesidad de ser uno mismo por encima de las opiniones ajenas que no hacen sino ensuciar el derecho a ser libre y a elegir en total autonomía, a cualquier edad, cuestiones tan sencillas como el modelo de cartera escolar para el nuevo curso. Se muestra por tanto la capacidad de los seres humanos para luchar contra las adversidades y la discriminación, incluso cuando ya no quedan fuerzas. Ante todo no hay que tener miedo a ser diferente, de hecho, las personas especiales nunca se olvidan mientras que las que hacen o dicen lo mismo que el resto se suman a una lista interminable de la que la mayoría, en alguna ocasión, seguro que hemos formado parte por el temor a actuar de forma distinta a los demás.

“El pequeño poni” es uno de los platos fuertes de esta temporada teatral que debéis conocer de primera mano. Todo un alegato, válido para todas las edades, sobre el acaso escolar. ¿Cómo es posible que, en pleno siglo XXI, el bullying cada vez vaya a más y haya niños que se planteen incluso el suicidio? ¿Hasta qué punto el colegio ha dejado de ser un lugar seguro para nuestros niños? ¿Hasta cuándo la ineptitud de muchos adultos va a seguir acabando en desgracia para los menores? ¿Cuánto tiempo más vamos a estar así, conviviendo con pequeños que son acosadores y otros tantos que consienten los insultos y agresiones que suceden a su alrededor? ¿De verdad no se puede hacer nada más para poder evitar esta lacra? Por el momento esta obra, coincidiendo con la reciente vuelta al cole, se concibe como el último intento para frenar una situación que lo único que hace es borrar la sonrisa es los rostros de niños cuya única preocupación debería ser jugar, aprender y crecer felices. 

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