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martes, 9 de abril de 2024

Crónica: exposición “The Art of Manga”

 El arte de expresar los sentimientos

JAIME SOTO- En el manga se encuentra el arte de narrar los sentimientos más profundos de la humanidad y desde el 4 de abril en el COAM (Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid) se ofrece un espacio para recorrer su historia e influencia gracias a The Art of Manga. Una exposición única con más de 200 piezas dedicadas a explicar desde el origen, evolución y expansión del fenómeno manga y anime hasta la actualidad. Todo gracias a la mano de Sold Out, la empresa organizadora que ha estado detrás de grandes éxitos como: “Harry Potter: The Exhibition”, “Jurassic World: The Exhibition” o “Pink Floyd Exhibition”. Para esta muestra se ofrece un amplio horario de martes a domingo de 10:00 a 21:00 (el último pase se realiza una hora antes del cierre), con varias ofertas para grupos que recomiendo buscar en su web.

El origen del manga es algo que ha provocado largos ríos de tinta y amplios debates nocturnos, pero sin duda se podría remontar al inicio del propio arte japonés. Desde el principio esta cultura ha recorrido un camino artístico muy diferente al occidental. Mientras que en occidente se optó por alcanzar el dominio del realismo en sus pinturas -con especial predilección en la iluminación y sombras- el arte japonés, en cambio, usó la tinta como su principal medio para expresarse. Diciendo más, con menos elementos. El fondo de un dibujo no era importante. Los colores eran planos y sin sombras, pues lo central eran los personajes, su gestualidad y sus vívidas expresiones. El volumen se mostraba con una simple línea negra, esa línea tan denostada en el arte europeo. Por tanto, ya aquí se observa el germen de esa tendencia a representar personajes exagerados y muy expresivos.

“The Art of Manga” nos ofrece, a través de diez salas diferentes, un recorrido histórico sobre la narración manga. Empezando con grabados del Período Edo (1603 d.C.-1868 d. C.) para hacer una parada con Osamu Tezuka (Astroboy, La princesa caballero, Kimba…), conocido como “el dios del manga”, y hasta llegar a los autores y obras de nuestros días. Enseñando también el estado de la industria editorial del manga en Japón y su recepción en España. Todo ello mediante una variada recopilación de piezas únicas procedentes de colecciones privadas de Japón, China y Europa. 

Una de las características más originales y llamativas de esta exposición es su escenografía. Podréis encontraros un jardín zen, atravesar un precioso pasillo de linternas japonesas y cruzar bajo una elegante puerta Torii (puerta tradicional de los templos sintoístas japoneses) que la convierten en una experiencia  atractiva y diferente. Se nota el cuidado y atención al detalle que le han dedicado a cada elemento decorativo.

Cada persona tendrá su propia historia de cómo el manga y al anime llegó a su vida, pero sé que más de uno se sentirá representado con la mía. Es una historia que se remonta a la tierna infancia. Ya desde pequeño había unos dibujos que sentía diferentes al resto. Sólo se emitían por la televisión y seguían una historia capítulo a capítulo. Eran los que más adelante terminaría denominando como “dibujos japoneses”. Echaba mis mañanas y mis tardes sentado frente al televisor mientras tomaba la merienda o el desayuno para no perderme ni un minuto de aquellos dibujos cargados de emoción y fuerza. Digimon, Pokémon, Shin chan, Doraemon, Monster Rancher, Dragón Ball, Oliver y Benji, Hamtaro, Inuyasha, Zatch Bell, Yu-gi-oh, Detective Conan…. y tantos otros que no cabrían aquí. Llegó un momento que la televisión no lograba saciar mi apetito y tuve que recurrir al emergente medio de Internet. Allí descubrí un amplísimo universo de géneros y temáticas desconocidas en España. Lamentando al principio por tener que escuchar los animes en japonés, hasta que finalmente acepté que ese es el único idioma en el que hay que verlos, debido a las apasionadas interpretaciones de sus seiyus (actores de voz japoneses) cuyos matices difícilmente llegarían a replicarse aquí. Internet era el único lugar en aquel momento donde consumir esos mangas y animes que jamás llegaban a mi país. ¡Cómo han cambiado los tiempos en que ibas como el raro de tu clase a la tienda de comics para buscar uno de los seis únicos mangas que se vendían! Encima se encontraban siempre en un stand polvoriento y apartado de los otros cómics populares, los de superhéroes (o al menos mi imaginación lo recuerda así). Ahora ya no hay tienda de libros que no tenga su zona manga, ni centro comercial que no ofrezca una tienda de figuras de animes importadas de Japón.

La exposición realiza también un repaso de los diferentes géneros de manga: Shonen, Seinen, Shojo, Josei … Japón ha catalogado un manga para cada público. No es nada raro encontrar en la tierra del sol naciente a gente de todas las edades y estamentos sociales, ancianos o niños, mujeres y madres, leyendo un manga en su día a día. El manga allí es en sí mismo un medio de expresión donde cada público puede encontrar una historia a su gusto. Caben todas las temáticas, nada es tabú en el mundo de la ficción manga, y eso es lo que lo ha convertido en el medio favorito y refugio de libertad creativa para los mejores storytellers. Mientras que, salvo contadas excepciones, en la actualidad el cine ha derivado en regrabar remakes y los libros desgraciadamente se han convertido en un lobby de difícil acceso para los nuevos, el manga no ha hecho más que arriesgarse con las ideas narrativas más locas que uno pueda imaginar. Y, a la vez, con los elementos más clásicos. Pero siempre ofreciendo un pequeño giro o perspectiva diferente que los hacen tan refrescantes.

La influencia del manga y el anime en la cultura actual es innegable. La inmensa proliferación de restaurantes de ramen y comida japonesa ha provocado que hasta los menos otakus se hayan rendido al sushi. Se han multiplicado las escuelas de japonés y el anime tiene hasta su propia sección en todas las plataformas de streaming. Artes marciales, jardines zen, grupos de música J-pop e incluso la filosofía japonesa impregnan nuestro día a día. Y esto solo tiene pinta de ir a más en el futuro. No hay tienda de ropa que no venda una camiseta de One Piece o Dragon Ball. Cuando antes era solo para los raros, ahora tener conversaciones sobre series manga o anime es tan normal como charlar sobre cine o el futbol. No hay nadie que no esté de acuerdo en cuál es el “verdadero final de Death Note”, o tenga palabras para alabar cuánto les afectó Evangelion, e influyeron en ellos las aventuras de Goku. Ha pasado de ser la infancia de varias generaciones a poco a poco expandirse en nuestra cultura.  

Habrá personas atraídas por su estética que consideren que eso es todo lo que la hace única, pero no es ese el único motivo por el cual es tan popular. Es por la fuerza de sus personajes, su determinación y sus férreos sentimientos exteriorizados con pasión, incluso a gritos. Es interesante cómo este género nació en un país cuya cultura precisamente premia el recato y control de las emociones. Seguramente el manga y el anime fue su vía de escape para expresarse y, al hacerlo, resonó en el corazón y el alma de todas las personas del mundo.

No creo que sea casualidad que, aun existiendo historias de todos los tipos, las que generalmente tienen más éxito sean aquellas de superación y esperanza. De seguir peleando y levantándose, aunque el protagonista nunca tenga posibilidades de ganar y todo indique que va a perder. Historias sobre luchas imposibles, físicas o mentales, donde es la inquebrantable fuerza de voluntad de ese personaje aparentemente débil la que determina su victoria al final.

Puede que esta exposición no sea el lugar donde encontrarse exclusivamente con bocetos originales u obras únicas de autores (¡que también hay algunas!), pero es un templo donde se celebra con cariño una pequeña oda al manga, al anime y a la cultura japonesa. Se trata de la muestra que merecíamos tener, y nadie había hecho aún. “The Art of Manga” es una exhibición para todo el mundo. Donde el neófito despertará su curiosidad sobre la cultura del manga y el experto realizará un pequeño viaje histórico lleno de nostalgia. Cualquiera retornará a casa habiendo descubierto varias curiosidades que desconocía de este arte.

Me siento en la obligación de terminar esta crónica profesional con una pequeña reflexión muy personal. Y es que al final yo le debo mi vida al manga y el anime. Ambos pilares son la base e influencia que cimentaron mi pasión por contar historias, y por la animación. Fueron mi obsesión en la infancia, mi pasión en la adolescencia y mi fuerza en la adultez. Y hoy puedo decir que me dedico a la industria de la animación gracias a estos autores japoneses que me demostraron que, mediante el arte del dibujo, se pueden contar las más bellas y grandes historias de la humanidad. Gracias “The Art of Manga” por recordármelo.

(みんなさん, The Art of Manga を見に行きましょう!) (Todos, ¡vayamos juntos a ver “The Art of Manga”!)

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