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domingo, 29 de marzo de 2015

Crónica: exposiciones Caleidoscopio

De los ojos al corazón


PAULA OLVERA - La cultura de las ciudades permanece viva, aunque a veces no sepamos darla el valor que se merecen. Móstoles es cultura en sí misma, la mires por donde la mires, y cada vez está explotando más este ámbito que la hace atractiva para sus ciudadanos así como para los que aman cada uno de los sectores que agrupa. Este municipio cuenta con varios centros socioculturales que se convierten en un punto de encuentro para los vecinos. Actualmente uno de ellos, el Caleidoscopio, alberga dos interesantes exposiciones cuyos autores, Ladislao González y Carmen Peña Alonso,  llenan de color este espacio. Un viaje gratuito por los sentidos que llega a nuestro corazón de la mano de la imaginación y los títulos de las obras que nos harán soñar despiertos con otro punto de vista de imágenes cotidianas.

Decía el escritor Julio Cortázar que “entre las muchas formas de combatir la nada, una de las mejores es hacer fotografías”. El pasado viernes me desplacé hasta la Avenida Carlos V número 3 dispuesta a experimentar en primera persona una serie de sensaciones que sólo las fotografías nos pueden transmitir. Contiguo a la Asamblea Comarcal Móstoles-Navalcarnero de la Cruz Roja, se encuentra el centro sociocultural Caleidoscopio. Con este nombre tan original que recuerda a aquellos tubos que nos mostraban dibujos simétricos, se presenta un espacio mágico en el que disfrutarán niños y adultos descomprimiendo, en este caso, los espejos de la cultura.

Desde lejos se podía apreciar una casita que bien parecía sacada del cuento “Hansel y Gretel” de los Hermanos Grimm. Una pequeña morada que, aunque no era de chocolate, resultaba muy acogedora y bastante bien cuidada. Nada que ver con la realidad ya que la crisis económica ha hecho estragos en ella y, de hecho, se ha visto abocada a cerrar los fines de semana que antaño eran los días con mayor afluencia de público.

En este centro, además de la ludoteca y las exposiciones,  tienen cabida diversos talleres impartidos por asociaciones y dedicados a las artes plásticas y visuales (dibujo, pintura, grabado…), al teatro, a la música (iniciación al solfeo o instrumentos), a la danza en sus diversas modalidades, a la informática o la Literatura que cuenta con su pequeño rinconcito donde resulta apasionante perderse entre tanto papel.

Avanzando unos pasos, da comienzo una exposición que nos invita a experimentar una ruta por los sentidos. Desde el pasado día 5 de marzo, y hasta el martes 31 del mismo mes, Ladislao González nos presenta su colección fotográfica “Nuevas perspectivas de la fotografía: abstracción y técnicas digitales”. Este vecino de Móstoles apuesta por su propia ciudad donde la cultura no se rinde y lucha por no apagarse a pesar de las trabas que le sobrevienen.

A través de sus fotografías podemos ver el mundo bajo una nueva luz, un tamiz distinto. Este peculiar prisma nos permitirá viajar a lo desconocido de lo cotidiano, a todo aquello que hasta el momento nos resulta extraño y que busca ser revelado. La colección que se nos presenta está repartida por la planta principal, un majestuoso escenario que la convierte en más atractiva aún si cabe. La muestra consta de treinta imágenes digitalizadas enmarcadas en cuadros de madera. Estas imágenes evocan a ciertas personas y lugares que quizás no hemos conocido o visitado, pero que los sentimos muy cercanos gracias a la composición del autor. Una muestra de ella sería la captura del parque más famoso de Madrid, El Retiro. Por otro lado, y como no podía ser de otra manera, se incluye un bodegón, recurso muy fotografiado por otros sucedáneos artistas. De igual manera se fotografían orquídeas y bancales que llenan de aromáticos olores la sala gracias a nuestra imaginación que se desborda ante los cuadros. La exposición es tan variada que impacta pasar de una fotografía de la crucifixión de Jesucristo a un beso. Pero no se trata de un beso al uso, sino de una captura abstracta que Ladislao nos demuestra que es posible fotografiar. Difícil seleccionar una sola obra, todas son dignas de ser favoritas según nuestro estado de ánimo y nuestras inquietudes.

Para la sorpresa y gratitud de los asistentes, en la primera planta que es conocida como “La barandilla”, se puede apreciar otra propuesta, en este caso pictórica, que resulta un tanto desapercibida ante los ojos de los curiosos que solo visitan el hall principal. Durante todo este mes de marzo, el centro sociocultural ha albergado esta exposición más pequeña en muestras que la anterior y que versa sobre “Lo diminutivo de lo imperfecto”. La autora de estas impresionantes obras es la sevillana Carmen Peña Alonso, una artista licenciada en Bellas Artes cuya forma de plasmar dibujos es digna de mencionar.

El espacio expositivo con el que cuenta Carmen es una zona alternativa del centro donde se suelen mostrar los trabajos de artistas emergentes, dando sobre todo la oportunidad a los más noveles de compartir sus creaciones. No obstante, esto no quita para que sus obras sean de menor calidad que las que se exponen en la planta principal. Las pinturas de esta artista impresionista eluden a lo imperfecto, a lo que nadie se detendría a capturar o configurar en su día a día. Carmen nos presenta objetos cotidianos, entre los que se incluyen botellas o latas. Pero no parecen unos objetos normales desde el mismo instante en el que sentimos que podrían recobrar vida propia.

Varias de sus obras nos hacen añorar por unos segundos al artista plástico Andy Warhol por el uso tan abstracto de los elementos y su vinculación con el pop art. Carmen tampoco tiene miedo de jugar con los materiales y los colores, desarrollando imágenes muy personales. En este punto tiene cabida la inclusión de papeles de periódicos en los que las letras no tienen importancia por sí solas, simplemente forman parte de un nuevo conglomerado que se convierte en todo un símbolo de reivindicación.

Parte de sus trabajos son creaciones a partir de marcas conocidas por el común de los mortales, como puede ser una botella de Coca-Cola que es uno de los temas pictóricos de la artista. Sus muestras son una manera de socializarnos y hacernos más iguales en un mundo en el que prima la diferencia de clases. Así, una botella de la tradicional marca de gaseosa La Casera o de la marca de tomate Orlando nos sacará una sonrisa a la vez que nos hará reflexionar sobre una existencia basada en el consumismo y en el predominio de unos productos distintivos a los que nadie puede hacerles competencia a estas alturas.

Tristemente, muchas de las obras que se exponen temporalmente en este tipo de centros de barrio quedan relegadas a un segundo plano como si fueran decoraciones del propio espacio cultural. Una gran parte de los ciudadanos todavía no es consciente de la suerte que tiene de poder situarse enfrente de fotografías con tanta historia. Es una manera de vivir momentos únicos disfrutando de sensaciones que quedan concentradas en estos lugares que se convierten en hervideros de creación artística. Merece la pena intentar experimentar en nuestras propias carnes todo aquello que cualquier artista ha preparado con gran esmero para su público. Larga vida a la fotografía y al arte.

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