Crítica: espectáculo “Alma”

Vuelta al aplauso

PAULA OLVERA- Sara Baras ha vuelto a los escenarios con su creación más singular y arrolladora. “Alma”, que se representa en el madrileño Teatro EDP Gran Vía desde el pasado 4 de mayo, es un espectáculo grandioso, apoteósico, único, donde el flamenco se abraza con el bolero. La función se concibe como un lienzo imaginario donde la gaditana dibuja sus sentimientos mientras brota su arte desde los pies a la punta de los dedos de sus manos con las que hace magia al aire. Me siento privilegiada por haberme podido sumar al verdadero compás de la vida de la bailaora que es el aplauso, ese reconocimiento constante durante la aproximadamente hora y media que dura este redondo y elaborado montaje guionizado, dirigido y coreografiado por ella misma, aunque cuenta con la colaboración especial de otros grandes artistas.

Desde cada esquina del teatro se siente el entusiasmo, el cariño y la admiración que el público profesa a Sara Baras, un calor que da sentido al trabajo de la andaluza pues los espectadores somos la razón de ser de “Alma”. El espectáculo arranca con las expectativas por las nubes con la voz en off de la bailaora sintetizando la función y recalcándonos que las verdades tienen lazos que destruyen las mentiras. El cuerpo de baile hace acto de presencia con clase y sincronización para finalmente presentar sobre las tablas a la elegancia personalizada en baile, a la maestra, a la referente.

Contemplar a Sara Baras desde la butaca es hipnótico. Y no solo lo digo por su cuidado y bien elegido vestuario con faldas de vuelo. Sus manos revolotean como mariposas batiendo sus alas y perdiéndose en el horizonte con una suavidad excepcional a la par que su taconeo se torna tan vertiginoso que evoca al distinguible sonido de una montaña rusa los segundos previos a la caída vertical. El ingenio rebosa por cada uno de los poros del cuerpo de la gaditana quien, nunca mejor dicho, es el alma del show con su derroche de poderío y dominio, aunque lo cierto es que el preciosismo que inunda la escenografía otorga un plus a este montaje teatral.

Gracias al juego de luces, la puesta en escena se torna íntima a la vez que evocadora pues la representación se ejecuta delante y detrás de una gran cortina de flecos que hace de hilo conductor reflejando la verdad que requiere esta representación. Cada actuación destila corazón e identidad pues, al final, se sobreentiende que es un reflejo de las propias emociones de la autora. En otras palabras, que los músicos primeramente aparezcan en la parte de atrás del escenario responde a un claro motivo narrativo en el que Sara Bara muestra su auténtica alma. De igual forma, hay mucho simbolismo en el instante en el cual el cuerpo de baile aparece sobre lastablas como si realmente se concentrara en el backstage.

De “Alma” también me gusta que se estructure como un susurro muy agradable al oído de cada asistente pues cuenta con una impecable selección de canciones cuyas letras tocan la fibra sensible. Evidentemente la voz de los cantantes llena de pasión y fuerza la escena del mismo modo que inunda
de color aquel cine de 1944 convertido hoy en el Teatro EDP Gran Vía. Lo interesante en este sentido es que el espectáculo fusiona los palos más tradicionales del flamenco con las melodías de los boleros más reconocidos e incluso del jazz, plasmado por ejemplo “Algo contigo” en bulerías o “Contigo aprendí” en rumba. Todos, por otra parte, temas muy melancólicos con el amor. La guinda al pastel, asimismo, la pone el elenco de músicos que sorprenden con sus
propios minutos de gloria tocando la guitarra, la flauta, el saxofón o la armónica.

Hasta el 4 de junio hay funciones en la capital: los jueves y viernes a las 20 horas los sábados y domingos a las 18 horas. Si bien la estrella del cartel es Sara
Baras, os aseguro que os llevaréis una sorpresa en mayúsculas pues cada uno de los integrantes del espectáculo se lucen por separado gracias a que la propia autora ya se encarga de ello durante y al final del show presentándoles varias veces. Y es que la entrega es tan desbordante que “Alma” se extiende con varios bises.

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