Sígueme

Siguenos en Facebook

Sígueme

jueves, 29 de septiembre de 2022

Crítica: obra “El Secreto”

Cuando nada es lo que parece

ANA MORENO- El pasado 21 de septiembre “El Secreto” inició temporada en el recién remodelado Teatro Fígaro de Madrid. Llegué con tiempo suficiente para apreciar los cambios en el espacio antes del comienzo de la obra. Nuevas butacas y nueva pendiente en el patio, unas mejoras que, sin duda, se agradecen. Aunque la reforma de su sala principal se realizó aprovechando el parón veraniego y su resultado ya lo pudieron disfrutar los espectadores que desde finales de agosto acudieron a ver “Jubileo”, para mí fue algo novedoso. Es cierto que pude apreciar una mejor visibilidad de un escenario que, por su concepción de cine hace ya más de noventa años, sigue siendo de los más altos que se pueden ver en la capital. Pero, dejando a un lado el continente de la calle Doctor Cortezo, de aquí en adelante, me centraré únicamente en el contenido.

“El Secreto”, la obra dirigida por Ramón Paso y producida por Smedia, se gana el respaldo del público en su hora y media de duración. La adaptación que Virginia López-Ballesteros hace del texto de Éric Assous conserva la ironía que el dramaturgo francés solía infundir a todos sus relatos de amor y desamor.

“El Secreto” cuenta la historia de dos parejas desde su problemática más cotidiana. Todo comienza cuando Lucas y Mónica, dos treintañeros recién casados, dejan a su bebé al cuidado de Sara y Sebastián, los abuelos sexagenarios. En un momento de debilidad, Lucas revela a sus padres el primero de los secretos que se irán sucediendo durante toda la obra: Mónica y él no están pasando por su mejor momento. Sebastián, empeñado en que su hijo debe separarse, comienza a discutir con Sara, quien intenta convencerle de lo contrario. Es entonces cuando a la mujer se le escapa una frase que, quizá, nunca debió pronunciar. A partir de ahí, la trama coge ritmo y evoluciona de menos a más.

Sin perder de vista el sentido del humor, la obra nos invita a reflexionar sobre cuestiones más profundas y contrapuestas como son, por ejemplo, el amor y el sexo, la confianza y los celos, la verdad y la mentira o el perdón y el rencor. Los enredos, los puntos cómicos y los giros de guion se suceden hasta que se revela el último de los secretos, un punto final totalmente inesperado.

La puesta en escena es sencilla, cuidada y coqueta. El vestuario, cambiante y colorido. Y la interpretación artística es impecable. El trabajo de los cuatro actores sobre las tablas es admirable. Carlos Chamorro, conocido sobre todo por encarnar a Julián Palacios en los sketches de “Camera Café”, se mete en la piel de un padre histriónico que evoluciona enormemente gracias a la ayuda de su esposa, una mujer comprensiva y cariñosa interpretada por Susana Hernáiz, quien, con su característica voz y soltura, llena todo el escenario. A pesar de que sus personajes no son quizá tan agradecidos como los anteriores, Ángela Peirat y Jorge Pobes consiguen transmitir la dulzura e ingenuidad que requieren ambos papeles. Todos ellos reciben el cariño y el reconocimiento general del público.

Esta comedia fresca y ligera se estará representado hasta el 23 de octubre en el Teatro Fígaro de Madrid. Los pases son los martes, los miércoles y los jueves a las 20:00 horas; los viernes y los sábados a las 18:00 y las 20:00 horas; y los domingos a las 18:00 horas. ¡No faltéis!

No hay comentarios:

Publicar un comentario