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sábado, 4 de septiembre de 2021

Crítica: obra “Canarias no solo plátanos”

Una obra que aporta visibilidad y valor al talento canario

PAULA OLVERA-Rafa Méndez ha vuelto a dejarme impresionada. Allá por 2015 me cautivó su forma de dejarse la piel, literal y figuradamente,
en “Los 7 deRafa Méndez”, pero es que esta vez me ha deslumbrado su trabajo en “Canarias no solo plátanos”. Esta función, que en Madrid todavía se puede disfrutar este 4 de septiembre en el Teatro Rialto, emociona de principio a fin por el talento que despliegan unos cuantos artistas de su tierra que se suben al escenario para desnudar todas sus emociones a través de la expresión vocal y corporal. En los últimos años el afamado coreógrafo se ha convertido en el precursor del movimiento más moderno de la danza, pero también en un referente canario que ha tenido la valentía de sacar adelante una creación llamada a reivindicar el arte que aflora en las Islas Canarias.

Ahí donde lo veis, “Canarias no solo plátanos” fue el último espectáculo estrenado en la capital antes de que el Gobierno decretara el estado de alarma el 14 de marzo de 2020. Más de dieciocho meses después, y tras aquellas primeras representaciones en el Teatro Nuevo Apolo el 9 y 10 de marzo del pasado año, este título ha regresado a los escenarios madrileños, concretamente al Teatro Rialto ubicado en la calle Gran Vía número 54. Gracias al patrocinio de Turismo de Tenerife, Rafa Méndez levanta el telón a uno de los montajes más sorpresivos de la temporada en el que se habla sin artificios, solo con música, palabras y movimientos, de la capacidad de superación de los artistas.

“Canarias no solo plátanos” es un show multidisciplinar que te sacude desde la butaca y que, ante todo, te lleva a admirar a los bailarines que hacen vibrar las tablas desnudando sus emociones públicamente a través de la metáfora de desprenderse de sus prendas de ropa. Un viaje emocional con el que nos descubren qué les hace sentir vivos, por qué ríen y por qué lloran, qué es lo que buscan y, por supuesto, por qué danzan. En consecuencia, el montaje se instituye como una explosión de sentimientos y un estallido de energía.

En escena focalizamos a ocho artistas seleccionados tras un exhaustivo casting realizado en las Islas Canarias a más de quinientas personas. Todos ellos cuentan con un nexo en común, el amor por lo que hacen. Y es que se ve a la legua cómo cada uno de los integrantes de la compañía pone su alma a cada movimiento en una función que nos hace un guiño a los más jóvenes para que sigamos persiguiendo nuestros propios deseos. A veces, los que hemos nacido y crecido en la Comunidad de Madrid no nos damos cuenta de que para los que están más lejos de la península los obstáculos en ocasiones son mayores, aunque los protagonistas de esta función demuestran que, si bien a veces el camino resulta un poco más pedregoso, nada es imposible cuando los sueños están en juego.

Una vez más, el creador de esta obra demuestra que el escenario es su espacio natural, donde despierta la mejor versión de sí mismo y donde los que hemos seguido de cerca su trayectoria podemos apreciar la evolución de un estilo que cada vez se siente más fresco  y dinámico. Porque, sí, comer un plátano también tiene su aquel. Aunque he de decir que Rafa Méndez también brilla con luz propia en la televisión donde su presencia siempre se hace notar y su carisma en los programas, el último “The Dancer” en Televisión Española (abril-junio 2021), hace las delicias de los espectadores.

He tenido la oportunidad de intercambiar unas palabras con Rafa Méndez en las que queda patente su generosidad y amor por el arte dado que “Canarias no solo plátanos” tiene una razón de ser muy bonita: “Se me ocurrió porque debo ayudar a los jóvenes talentos canarios a sentirse realizados y tener trabajo. Es una llamada de atención desde el cariño para que amen más las Islas Canarias y valoren que hay mucho más que playas y una hora menos, es un lugar con mucho talento. Pero siempre desde el cariño”.

Valorando que se trata de un espectáculo exclusivamente canario con el que el tinerfeño reivindica la insularidad, me imaginaba que para él traer el espectáculo a la capital marcaba un paso muy destacado en su trayectoria. En efecto, el coreógrafo me subraya que “supone traer jóvenes canarios que es su primera vez en Madrid actuando y eso para mí lo es todo, su proyección”. Y es que el que fuera profesor de funky en “Fama ¡a bailar!” ha contribuido a generar oportunidades para las nuevas generaciones con tal de evitar perder esa valía presente en el territorio que le vio nacer. Y si bien he echado un falta que se marque unos pasos en el escenario, básicamente porque él es cabeza de cartel, entiendo que no quiere quitar ni un ápice de protagonismo a las auténticas estrellas de esta pieza teatral.

Si hay algo que me ha gustado es que todo está cuidado hasta el más mínimo detalle. Y no solo lo digo por parte del teatro que implementa todas las medidas necesarias para que nos sintamos seguros en estos tiempos de pandemia. El juego de luces, por ejemplo, se concibe como un protagonista más, puesto que contribuye a crear una atmosfera única y delicada. Además la representación, que va de menos a más, está perfectamente hilada para atrapar la atención de los espectadores. Personalmente, y citando también a otra de las bestias escénicas que me ha embelesado con su recorrido emocional por el patrimonio cultural canario-haciéndome recordar mi viaje por Tenerife y La Gomera-, creo que Wicho Torres, a quien tuve el placer de entrevistar hace seis años, es el que más se come el escenario. Su discurso contra la gordofobia me ha fascinado.

Tras la función de este sábado 4 de septiembre en el Teatro Rialto de Madrid, “Canarias no solo plátanos” inicia una gira nacional que promete no dejar indiferente a nadie. De esta suerte, el 10 de septiembre la representación se puede disfrutar en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao y el 11 de septiembre en el Teatro Gayarre de Pamplona.

“Canarias no solo plátanos” se puede resumir como un recorrido por las experiencias de los propios artistas de la compañía que dan sentido a esta función tan honesta que rompe barreras. Una representación, de una duración aproximada de una hora y diez minutos, en la que se aúnan la danza, la música y la palabra. En suma, una actuación que te recoloca el cerebro y el corazón. 

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