"Siempre cuento que me hice ecologista por egoísmo"
PAULA OLVERA-El pasado 12 de junio acudí como voluntaria a la limpieza del parque Valdeserrano en la que ha sido mi primera experiencia en el marco del proyecto LIBERA. En esta gran recogida colaborativa anual, para liberar a la naturaleza de la basura que otros tiraron y no retiraron, conocí al educador ambiental Daniel Sánchez. A sus 60 años, y más allá de su trabajo en la Concejalía de Juventud e Infancia del Ayuntamiento de Fuenlabrada, vive dedicado en cuerpo y alma a su faceta como cantautor. El entrevistado compone canciones sobre todo lo que le llama la atención, motivado especialmente por su lucha a favor de la sanidad pública y la igualdad de género y en contra de la contaminación, invitando a hacer pequeños gestos por el medio ambiente.
P:
Eres cantautor, ¿en qué momento de tu vida dirías que sentiste que tu pasión
por la música se podía convertir en profesión?
R: Quizás cuando acompañando a mi amigo Alfonso
Roldán en la presentación de su libro “50 besos clandestinos. Escritos a mano”
que yo había musicado, una persona del público me preguntó por el disco (que no
existía todavía). Ahí me di cuenta de que lo que hasta ese momento estaba
haciendo podía transformarse en otra cosa y, de ahí, surgió mi primer disco “50
besos clandestinos. Cantados”. Sin embargo, para mí ser profesional no
necesariamente quiere decir vivir de ello. En mi caso, y en el de muchas
personas que conozco, la profesionalidad es enorme, con un trabajo ímprobo
detrás de cada canción, de cada disco, de cada concierto, pero no podemos vivir
de ello. ¿Pero eso significa que seamos menos profesionales que los que sí
pueden vivir de la música? No, en absoluto. Simplemente, en una gran parte,
porque no hemos tenido la suerte de cara o simplemente porque las normas que
rigen la industria te excluyen por sistema si no eres guapo/a, joven, sobre
todo esto, y si no haces música adaptada a los estándares industriales.
P:
¿Cuál dirías que es tu marca personal como cantautor?
R: La humildad y la sinceridad. En mis discos y en
mis conciertos doy lo que soy, ni más ni menos. No hay artificio. En este
segundo disco que ando presentando en este tiempo, “La sed”, hemos querido
mostrar esto a través de unos arreglos sencillos y con instrumentos que vamos a
poder llevar a cualquier concierto, que incluso en formatos pequeños de dos o
tres personas suenan casi igual que el disco. Como dice Curro, mi productor,
amigo y compañero musical, “tu proyecto es auténtico” y que cada cual entienda
lo que quiera con esa frase.
P:
¿A qué le cantas?
R: A todo y a nada. Por ejemplo, tengo una canción
de mi último disco “Giran” que surgió viendo unas grúas de obra enfrente de mi
casa. O en otra, “¿Llueve?”, surge cuando mi compañera me dice que me asome al
patio de vecinos de mi casa a ver si llueve y la ropa se moja. Como decía
Picasso, la inspiración te puede venir en cualquier momento, pero te ha de pillar
trabajando y eso intento. Pero también hago canciones con las letras de otros u
otras, que me prestan sus ideas, vivencias, deseos y hago con ellas canciones.
En general hago canciones con todo lo que me llama la atención.
P:
¿Te consideras un artista ecléctico en cuanto a referentes musicales?
R: Tengo 60 años y me crie con Pink
Floyd, The Beatles y Los Pekenikes. Luego pasé mi juventud
con Leño, Barón Rojo, Panzer, pero aprendí a tocar la guitarra con Víctor Jara,
Luis Pastor, Silvio Rodríguez. Hoy en día me encanta todo lo que hace Vetusta
Morla o Izal y sigo muy de cerca a gente como Andrés Sudón, Javier Gijón, Julio
Hernández, o Marta Plumilla, mucho menos conocidos pero con un gran talento
para componer canciones y con los que disfruto mucho en los Micros abiertos o
la Fídula Canalla, espacios donde uno se muestra y aprende de los demás sin más
precio ni más premio que la amistad. Si esto es ser ecléctico, pues lo seré.
P:
Habitualmente te acompañan en las actuaciones Javier de la Morena y José Luis
Fernández. ¿Qué supone compartir tu trabajo con músicos que además son tus
grandes amigos?
R: Tengo que decirte que falta en esa relación la
persona que más hizo por este proyecto musical y vital que soy hoy, Jesús
Martínez, al que nos lo arrebató el cáncer cuando más falta nos hacía su
magisterio. Por lo demás, Javier y Pepe son dos monstruos como músicos, cada
uno con sus virtudes y sus defectos, pero como personas son la bomba. Siempre
tienen un sí por respuesta, aunque luego hay que matizarlo, que cada uno tiene
sus historias, pero de entrada sí, y eso es muy importante porque te asegura
meterte en todos los berenjenales sabiendo que tienes una red protectora.
P:
La pandemia de coronavirus todavía sigue causando estragos pero ya se nota una
cierta recuperación en el sector con el anuncio de conciertos. En tu caso,
¿tienes alguna actuación prevista para el verano?
R: Tengo una cita en Logroño para julio aunque aún
estamos cerrando fechas y el sábado 2 de octubre presentaremos, ya por fin, mi
segundo disco en Madrid en la Sala Academy. Espero que esto sea solo el
principio.
P:
Tocas la guitarra, ¿eres autodidacta?
R: Soy autodidacta y mal guitarrista. Lo que mejor
se me da es armar melodías, en eso creo que es en lo que más puedo destacar. En
cualquier caso tocar un instrumento es esencial para poder componer, es la
herramienta que da vida, que pone vida en las palabras y a los sentimientos,
por lo tanto su importancia es máxima.
P:
Además de tu trabajo como músico, ¿a qué te dedicas? Porque me imagino que,
como hemos comentado, en los tiempos que corren, en muy complicado vivir
únicamente de la música
R: Y tanto que es difícil, la música hipoteca
vacaciones y proyectos porque sacar un disco es carísimo y si encima después de
un año de trabajo lo haces en pandemia pues te los comes con patatas. Yo
trabajo como educador ambiental en la Concejalía de Juventud e Infancia del
Ayuntamiento de Fuenlabrada. El medio ambiente y la sensibilización de jóvenes
y adolescentes es otra de mis pasiones.
P:
Precisamente te conocí gracias a la convocatoria del proyecto LIBERA. ¿Por qué
crees que es importante la puesta en marcha de este tipo de iniciativas?
R: Siempre cuento que yo me hice ecologista por
egoísmo. Porque no quiero dejarle a mi hija un mundo peor del que yo he
conocido. Creo, sinceramente, que si cada uno de nosotros hiciéramos la reflexión
“¿Estoy haciendo todo lo que puedo para que el mundo no sea peor para nuestros
hijos que para nosotros?” todo sería un poco más fácil. Y son esas pequeñas
acciones cotidianas, usar el transporte público, ducharse en vez de bañarse,
separar la basura convenientemente en casa y, por supuesto, traernos de vuelta
a casa todo lo que llevemos cuando salgamos al campo, las que pueden cambiar el
mundo tal y como va. Porque si hacemos eso luego nos plantearemos usar solo
electricidad proveniente de fuentes renovables y leeremos lo que nos proponen
para mejorar nuestro medio ambiente en las elecciones y votaremos en conciencia
ambiental. De esa forma será posible si no me temo que tenemos un futuro
bastante complicado.
P:
Además del medio ambiente, ¿qué otras causas te preocupan?
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