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miércoles, 23 de junio de 2021

Entrevista: Daniel Sánchez

"Siempre cuento que me hice ecologista por egoísmo"

PAULA OLVERA-El pasado 12 de junio acudí como voluntaria a la limpieza del parque Valdeserrano en la que ha sido mi primera experiencia en el marco del proyecto LIBERA. En esta gran recogida colaborativa anual, para liberar a la naturaleza de la basura que otros tiraron y no retiraron, conocí al educador ambiental Daniel Sánchez. A sus 60 años, y más allá de su trabajo en la Concejalía de Juventud e Infancia del Ayuntamiento de Fuenlabrada, vive dedicado en cuerpo y alma a su faceta como cantautor. El entrevistado compone canciones sobre todo lo que le llama la atención, motivado especialmente por su lucha a favor de la sanidad pública y la igualdad de género y en contra de la contaminación, invitando a hacer pequeños gestos por el medio ambiente.

P: Eres cantautor, ¿en qué momento de tu vida dirías que sentiste que tu pasión por la música se podía convertir en profesión?

R: Quizás cuando acompañando a mi amigo Alfonso Roldán en la presentación de su libro “50 besos clandestinos. Escritos a mano” que yo había musicado, una persona del público me preguntó por el disco (que no existía todavía). Ahí me di cuenta de que lo que hasta ese momento estaba haciendo podía transformarse en otra cosa y, de ahí, surgió mi primer disco “50 besos clandestinos. Cantados”. Sin embargo, para mí ser profesional no necesariamente quiere decir vivir de ello. En mi caso, y en el de muchas personas que conozco, la profesionalidad es enorme, con un trabajo ímprobo detrás de cada canción, de cada disco, de cada concierto, pero no podemos vivir de ello. ¿Pero eso significa que seamos menos profesionales que los que sí pueden vivir de la música? No, en absoluto. Simplemente, en una gran parte, porque no hemos tenido la suerte de cara o simplemente porque las normas que rigen la industria te excluyen por sistema si no eres guapo/a, joven, sobre todo esto, y si no haces música adaptada a los estándares industriales.

P: ¿Cuál dirías que es tu marca personal como cantautor?

R: La humildad y la sinceridad. En mis discos y en mis conciertos doy lo que soy, ni más ni menos. No hay artificio. En este segundo disco que ando presentando en este tiempo, “La sed”, hemos querido mostrar esto a través de unos arreglos sencillos y con instrumentos que vamos a poder llevar a cualquier concierto, que incluso en formatos pequeños de dos o tres personas suenan casi igual que el disco. Como dice Curro, mi productor, amigo y compañero musical, “tu proyecto es auténtico” y que cada cual entienda lo que quiera con esa frase.

P: ¿A qué le cantas?

R: A todo y a nada. Por ejemplo, tengo una canción de mi último disco “Giran” que surgió viendo unas grúas de obra enfrente de mi casa. O en otra, “¿Llueve?”, surge cuando mi compañera me dice que me asome al patio de vecinos de mi casa a ver si llueve y la ropa se moja. Como decía Picasso, la inspiración te puede venir en cualquier momento, pero te ha de pillar trabajando y eso intento. Pero también hago canciones con las letras de otros u otras, que me prestan sus ideas, vivencias, deseos y hago con ellas canciones. En general hago canciones con todo lo que me llama la atención.

P: ¿Te consideras un artista ecléctico en cuanto a referentes musicales?

R: Tengo 60 años y me crie con Pink Floyd, The Beatles y Los Pekenikes. Luego pasé mi juventud con Leño, Barón Rojo, Panzer, pero aprendí a tocar la guitarra con Víctor Jara, Luis Pastor, Silvio Rodríguez. Hoy en día me encanta todo lo que hace Vetusta Morla o Izal y sigo muy de cerca a gente como Andrés Sudón, Javier Gijón, Julio Hernández, o Marta Plumilla, mucho menos conocidos pero con un gran talento para componer canciones y con los que disfruto mucho en los Micros abiertos o la Fídula Canalla, espacios donde uno se muestra y aprende de los demás sin más precio ni más premio que la amistad. Si esto es ser ecléctico, pues lo seré.

P: Habitualmente te acompañan en las actuaciones Javier de la Morena y José Luis Fernández. ¿Qué supone compartir tu trabajo con músicos que además son tus grandes amigos?

R: Tengo que decirte que falta en esa relación la persona que más hizo por este proyecto musical y vital que soy hoy, Jesús Martínez, al que nos lo arrebató el cáncer cuando más falta nos hacía su magisterio. Por lo demás, Javier y Pepe son dos monstruos como músicos, cada uno con sus virtudes y sus defectos, pero como personas son la bomba. Siempre tienen un sí por respuesta, aunque luego hay que matizarlo, que cada uno tiene sus historias, pero de entrada sí, y eso es muy importante porque te asegura meterte en todos los berenjenales sabiendo que tienes una red protectora.

P: La pandemia de coronavirus todavía sigue causando estragos pero ya se nota una cierta recuperación en el sector con el anuncio de conciertos. En tu caso, ¿tienes alguna actuación prevista para el verano?

R: Tengo una cita en Logroño para julio aunque aún estamos cerrando fechas y el sábado 2 de octubre presentaremos, ya por fin, mi segundo disco en Madrid en la Sala Academy. Espero que esto sea solo el principio.

P: Tocas la guitarra, ¿eres autodidacta?

R: Soy autodidacta y mal guitarrista. Lo que mejor se me da es armar melodías, en eso creo que es en lo que más puedo destacar. En cualquier caso tocar un instrumento es esencial para poder componer, es la herramienta que da vida, que pone vida en las palabras y a los sentimientos, por lo tanto su importancia es máxima.

P: Además de tu trabajo como músico, ¿a qué te dedicas? Porque me imagino que, como hemos comentado, en los tiempos que corren, en muy complicado vivir únicamente de la música

R: Y tanto que es difícil, la música hipoteca vacaciones y proyectos porque sacar un disco es carísimo y si encima después de un año de trabajo lo haces en pandemia pues te los comes con patatas. Yo trabajo como educador ambiental en la Concejalía de Juventud e Infancia del Ayuntamiento de Fuenlabrada. El medio ambiente y la sensibilización de jóvenes y adolescentes es otra de mis pasiones.

P: Precisamente te conocí gracias a la convocatoria del proyecto LIBERA. ¿Por qué crees que es importante la puesta en marcha de este tipo de iniciativas?

R: Siempre cuento que yo me hice ecologista por egoísmo. Porque no quiero dejarle a mi hija un mundo peor del que yo he conocido. Creo, sinceramente, que si cada uno de nosotros hiciéramos la reflexión “¿Estoy haciendo todo lo que puedo para que el mundo no sea peor para nuestros hijos que para nosotros?” todo sería un poco más fácil. Y son esas pequeñas acciones cotidianas, usar el transporte público, ducharse en vez de bañarse, separar la basura convenientemente en casa y, por supuesto, traernos de vuelta a casa todo lo que llevemos cuando salgamos al campo, las que pueden cambiar el mundo tal y como va. Porque si hacemos eso luego nos plantearemos usar solo electricidad proveniente de fuentes renovables y leeremos lo que nos proponen para mejorar nuestro medio ambiente en las elecciones y votaremos en conciencia ambiental. De esa forma será posible si no me temo que tenemos un futuro bastante complicado.

P: Además del medio ambiente, ¿qué otras causas te preocupan?

R: En estos tiempos raros que estamos viviendo me preocupa mucho la involución que determinadas ideas y determinadas personas están propiciando en la educación con el pin parental que no deja de ser una censura. Me preocupa que la sanidad no sea igual para todos y de calidad y que, al final, la única alternativa sea lo privado y por lo tanto solo puedan acceder algunos que tienen dinero y los demás a beneficencia. Me preocupa mucho que a las mujeres se las siga juzgando por lo que hacen y no por lo que las hacen. Me preocupa que a alguien le preocupe más con quién te acuestas que quién eres. En definitiva me preocupa y mucho que se llenen páginas y páginas de libertad, pero solo cuando tiene que ver con la economía (bares y cañas), pero no con el derecho de cada una y cada uno a elegir y a hacer lo que quieran, por ejemplo, con su cuerpo y su vida. Y por cierto, sobre estas cosas también escribo canciones.

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