El paraíso del dulce
PAULA OLVERA- Sweet Space me ha hecho reencontrarme con la niña que llevo dentro. Este museo interactivo ubicado en la segunda planta del Centro Comercial ABC Serrano propone una experiencia única, innovadora y tremendamente divertida. Más allá de la aventura de degustación interactiva que propone, erigiéndose como el sitio más dulce de la capital con su sugerente combinación de arte y cultura, a mí me ha conquistado porque nos invita a dejar volar la imaginación. Así, en plena era de los nativos digitales, resulta ideal para hacerse fotografías originales. De hecho, yo misma descubrí este paraíso del dulce gracias a las imágenes compartidas en las redes sociales por algunos de mis seguidores de Instagram. Los escenarios, desde luego, rezuman fantasía. La magia está asegurada.
Según me cuentan las artífices, Corina
Mayorca y Alexandra Uzcategui, el concepto de Sweet Space nace de la necesidad de
incorporar sus pasiones en una: “Viendo y estudiando las tendencias actuales
nos dimos cuenta que cada día hay más lugares que se inclinan a brindar
experiencias interactivas. Somos amantes de la fantasía, del arte, del placer
de poder degustar un buen dulce. Descubrimos
que había un negocio a través de hacer un recorrido lleno de colores, artistas
y chuches con la posibilidad de fotografiar”.
En este sentido, el mayor reto de
combinar un museo que hace las delicias de los instagramers pero también de los
más pequeños de la casa ha sido, como me cuentan las creadoras, “poder explicar
a la persona que nos escucha por los medios o nos lee qué es Sweet Space, realmente somos un concepto muy nuevo y hay
que venir a ver para entender. Es posible que este tipo de experiencias no
se sientan como museos reales, pero en este momento están configurando cómo
consumimos el arte. Este formato de salas interactivas separadas en salas
temáticas es tendencia ahora, pero no es nuevo, provienen de museos
tradicionales. En la década de 1960 los artistas comenzaron a utilizar salas de
museos para crear obras de arte en 3D, específicamente para un espacio
determinado y se llamó arte de instalación, de repente el arte no solo se limitaba
a la pared del museo sino que sus espectadores formaban parte de él. Se puede
ver la influencia de esta época en Sweet Space claramente”.
Otro de los obstáculos más difíciles que
les ha tocado superar ha sido el de fundar este museo en un contexto de
emergencia sanitaria. Porque, desde luego, en estos tiempos que corren es de
valientes asumir un proyecto de tal envergadura. “Es cierto que nadie sale a
cambiar el mundo solo, somos un equipo de emprendedores muy potentes con muchas
ganas de salir adelante, creo que esta pandemia nos hizo darnos cuenta de
muchas cosas. No sabíamos lo que significaba extrañar cosas básicas de la vida
como una caminata por el parque o poder abrazar a tus seres queridos. Tuvimos dudas sobre si era el momento
correcto para inaugurar un lugar como el nuestro, pero nos dimos cuenta que era
el mejor momento para hacerlo, nuestro espacio te desconecta del caos que está
ocurriendo, es el escenario perfecto para ser feliz, nos gusta decir que
somos un generador de sonrisas”, apuntan las autoras de este museo quienes, todo
sea dicho, se conocieron en el Instituto de Diseño de Caracas (Venezuela).
Por supuesto este museo cumple con todos los protocolos indicados para garantizar la seguridad de los visitantes, partiendo de un gel hidroalcohólico en la entrada que, como sugerencia, me hubiera gustado que oliera a melón, coco o cualquier golosina. Quiero acentuar que, en todo momento, me he sentido cómoda en las instalaciones porque me consta que el equipo desinfecta el espacio diariamente y, aunque me ha dado cierta rabia hacerme las fotografías con mascarilla (su uso es obligatorio), estoy segura que cuando revise las imágenes dentro de unos años recordaré con especial nostalgia este plan.
Sí que es cierto que en las últimas
semanas acudo a experiencias de este tipo que involucran los cinco sentidos
pero Sweet Space es el museo interactivo que más me ha entretenido. “Si te
preguntas porqué Sweet Space y no cualquier otro pop-up es porque nosotros
hemos conseguido la fórmula perfecta donde integramos el atractivo visual para
llenar tu Instagram feed de fotos fantásticas pero, al mismo tiempo, somos una
plataforma tanto para artistas reconocidos como artistas emergentes, no somos
un pop-up más. En Sweet Space se viene a
disfrutar, a sonreír, a endulzarnos la vida a lo grande y aprender sobre las
nuevas tendencias artísticas y digitales”, aseveran las artistas.
Sweet Space consta de diez salas
temáticas desarrolladas por grandes personalidades del arte visual que nos
proponen un apasionante viaje a nuestra imaginación. Unas exposiciones que
cambiarán cada cierto tiempo pero que, por el momento, han sido diseñadas por las
propias Corina Mayorca y Alexandra Uzcategui así como por otros artistas como la
diseñadora Agatha Ruiz de la Prada, que presenta su versión más dulce de un
cielo lleno de nubes, o Antonyo Marest que nos cautiva con unas deliciosas
palmeras de nubes de algodón de azúcar. “Unimos el concepto tradicional de arte
y las nuevas tendencias digitales para crear un espacio único lleno de
experiencias innovadoras. Todo ha sido
diseñado para crear un entorno culturalmente inclusivo y diverso creando una conexión
humana a través del poder universal del gusto”, me subrayan las creadoras
sobre este lugar donde cada detalle está muy cuidado.
Quiero destacar que Sweet Space es una
exposición de arte muy visual bajo la temática del placer del dulce. “Es todo
lo que soñamos desde que somos pequeños hecho realidad, es como entrar a la fábrica de Willie Wonka pero mejor, porque tienes
arte, tienes cultura, puedes utilizar tus cinco sentidos y tienes artistas de
diferentes lugares del mundo trabajando bajo un mismo esquema que nos une a
todos”, me señalan las fundadoras.
Para las personas golosas como yo resulta un puntazo que, en prácticamente cada una de las salas, nos colmen de chucherías. ¡Todas están riquísimas! A mí particularmente se me ha hecho la boca agua tras detenerme en el laboratorio de helados Pops ’n bops (todos muy cremosos, además son bajos en azúcares y sin lactosa). Otra de las particularidades que más me ha agradado es la simpatía del personal de las instalaciones que hace todo lo posible para que pasemos un rato entrañable. Esta suerte de Oompa Loompas, vestidos todos igual (aunque yo les pondría trajes más coloridos), consigue enriquecer la experiencia con su amabilidad y disposición. Asimismo me ha parecido grandiosa la puesta en escena de un tobogán gigante diseñado por Okuda San Miguel para bajar de una planta a otra donde nos esperaban un unicornio, un patito hinchable y un cerdo volador. Lógicamente esta atracción atrae la atención de los niños y también de los mayores de edad.
Ahora bien, si tuviera que poner una
pega, diría que falta una papelera de clasificación para poder tirar todos los
envoltorios de las golosinas. De igual manera, considero que las explicaciones
de las obras dispuestas en los códigos QR podrían ampliarse más. Y, puesta a sugerir, ¡me ha faltado una
piscina de bolas!
Conviene apuntar también que la
experiencia sensorial no acaba en el colorido museo ya que a la salida hay una
tienda física a la que incluso se puede acceder previamente ya que no hace
falta entrada. Un local en el que podemos adquirir desde elementos decorativos
hasta dulces para seguir saboreando la experiencia desde casa. Igualmente se ofrece la posibilidad de conseguir
como recuerdo una de las imágenes que nos toman al final del itinerario.
En este marco, Sweet Space también cuenta con una tienda online que, sin duda, amplia el negocio. “Es cierto que somos un museo, pero parte importante de nuestro modelo de negocio son las tendencias digitales, por eso nos unimos al mundo de los e-commerce, tenemos una variedad de productos bajo nuestra línea gráfica y productos de nuestros artistas que pueden adquirir a través de nuestra tienda online. No solo somos un espacio físico, somos una marca y un sello de calidad para nuestros clientes”, concluyen las creadoras.
En conclusión, Sweet Space es un dinámico museo que
desarrolla los sentidos de grandes y pequeños. Se trata de un proyecto de gran
alcance que fusiona el arte con las
nuevas tecnologías mediante una degustación interactiva.
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