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miércoles, 30 de junio de 2021

Crítica: obra “Carmen”

Un espectáculo que va más allá del flamenco


PAULA OLVERA-El pasado jueves 24 de junio se estrenó en la Sala Capitol Gran Vía “Carmen”. Esta representación dirigida por Luciano Ruiz acoge a más de veinte profesionales en escena, entre bailarines, solistas y músicos en vivo. Con esta versión del clásico de Georges Bizet, el Ballet Flamenco de Madrid sigue desprendiendo arte en el marco de su vigésimo aniversario. El montaje recupera el apasionado personaje del compositor francés trasladándonos a la Sevilla de principios del siglo XIX, convirtiendo el escenario en un fortín de contrabandistas y cigarreras que acaba con la protagonista muerta. Y si bien el diálogo prácticamente brilla por su ausencia, este drama consigue calar en los espectadores por la fuerza expresiva y el carisma que los artistas transmiten sobre las tablas.

“Carmen” es una pieza que te atrapa en los primeros compases con “L'amour est un oiseau rebelle”. El arranque resulta sumamente enérgico, dinámico y fluido, aunque considero que la función quizás necesita un recorte puesto que se hace larga hacia el final. Yo siempre digo que mirar al reloj en un teatro no es una buena señal y reconozco que, en un par de ocasiones, me ha dado la sensación de que la historia avanzaba demasiado despacio. Una impresión, por cierto, compartida con mi acompañante lo cual me ha llevado a reflexionar que quizás el argumento no se entiende del todo bien a pesar de que cuenta con una correcta adaptación.

A este respecto considero que para un mayor disfrute de “Carmen” es mejor disponer de alguna noción previa de esta pieza de Bizet que nos presenta a una bella e indómita gitana que trabaja en una tabacalera de Sevilla y que es víctima de un crimen pasional. Y es que la protagonista, una joven libre que se guía por su propio código moral, seduce a un soldado con el que está destinada a no entenderse jamás. Tanto es así que cuando vuelca su amor en un torero provoca los celos de este combatiente que termina en una banda de contrabandistas.

Con el trágico cierre que clausura el relato, la función se despoja por tanto del elemento de amor romántico incondicional y pone de manifiesto la autodestrucción por el desengaño. Un drama que, por desgracia, se ha perpetuado hasta nuestros días donde seguimos lamentando crímenes perpetrados por quienes actúan atrozmente ante la imposibilidad de poseer a una mujer.

“Carmen” no es una función fácil de digerir por este tono negro del argumento. Sin embargo, el espectáculo funciona como un tiro por la fuerza y pasión que transmite el cuerpo de baile en cada juego de luces, aunque también cautiva por la música en directo (el guitarrista quita el sentido) y el solemne vestuario. Al final, es una función muy visual que no solo recomiendo a los amantes del flamenco sino a todos aquellos que quieran empaparse de una historia que en noventa minutos refleja con maestría la violencia contra la mujer.

En definitiva, esta representación deja huella por su calidad y su creatividad.

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