Familia de corazón
PAULA OLVERA-Después de ver del tirón la serie “Los Bridgerton” he sucumbido a otro de los contenidos de Netflix. Seguro que ya habéis oído hablar de “Padre por duplicado”, película teen que desembarcó en la plataforma de streaming el pasado 15 de enero y que a mí personalmente me ha encantado por el mensaje tan positivo que transmite. Esta producción brasileña dirigida por Cris D'Amato resulta muy entretenida aunque no cuenta con una trama demasiado original, de hecho, se concibe como una especie de “Mamma mia” de bajo coste protagonizada por la joven actriz Maísa Silva que encarna a una adolescente que va en busca de su padre. Una comedia muy fresca, perfecta para pasar un rato divertido y evadirse de tanta mala noticia mientras ponemos en valor el peso de la familia de corazón.
“Padre por duplicado” es un híbrido entre las
comedias románticas y las historias adolescentes que tanto enganchan a los
suscriptores de Netflix. Hablamos de una
película brasileña que ha llegado a colarse en las tendencias de España con un reparto
prácticamente desconocido para el gran público. La cinta está encabezada por Maísa Silva,
una actriz que irradia luminosidad y frescura, y que, todo sea dicho, es un
ídolo de masas en su país natal. La intérprete de “Cenicienta Pop” es clave en
el relato y actúa como nexo de unión entre los personajes encarnados por
Eduardo Moscovis y Marcelo Médici.
“Padre
por duplicado” cuenta las aventuras de Vicenza, una joven que ha pasado toda su
vida en una comuna hippie con su madre pero que tras cumplir los
18 años decide emprender una búsqueda para encontrar a su padre biológico aprovechando
que su progenitora viaja a La India. La identidad de este hombre es algo que le
inquieta desde hace tiempo aunque un giro de acontecimientos hará que la
protagonista se tope con dos. Por tanto en esta entretenida historia los líos
están asegurados.
A pesar de que el argumento es simple e incluso por
momentos recuerda a “Mamma mia” hay que resaltar que esta comedia de enredo
adolescente cambia el modo de contar la historia añadiendo su propio toque de
originalidad con una protagonista que proviene de una comuna hippie. En sus 103 minutos de duración Vincenza es
el epicentro del largometraje, una adolescente sencilla e inocente que se
embarca en toda una aventura para conocer a su padre (hasta el momento
ausente). Si bien la joven soporta con firmeza todo el peso de la película
su interpretación desprende especial emoción y ternura en las escenas que
aparece acompañada de Eduardo Moscoví, en el papel de Paco, y Marcelo Médici en
el rol de Giovanne.
Que esta comedia familiar haya triunfado en Netflix
demuestra que la plataforma de pago se ha especializado en la compra de películas
de todos los países para distribuirlas por el resto del mundo (de Brasil
también recomiendo “Modo avión”). Si bien esta comedia de enredos está repleta de
clichés adolescentes, e incluso no sirve de fiel reflejo del verdadero
sufrimiento que atraviesa alguien que está intentando encontrar a su padre, es una de las apuestas más simpáticas que
nos llegan del otro lado del charco. Así, aunque a simple vista resulta una
de esas cintas que pasaríamos por alto, se ha convertido en la opción ideal
para echarnos unas risas en estos tiempos tan convulsos marcados por la
pandemia del coronavirus. Una desconexión de hora y media de nuestra cruda
realidad gracias a un título que buscan entretener de una forma honesta con una
narrativa ligera sobre la paternidad y la amistad.
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