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viernes, 1 de noviembre de 2019

Crítica: obra “Wake up, woman”

Un teatro que se vuelve más humano


Diego López Calvin

PAULA OLVERA- El Teatro Nueve Norte acoge la versión española de “Wake up, woman” del dramaturgo y director argentino Jorge Acebo. La representación cuenta con el auspicio de la Embajada de la República Argentina en España y convierte al país ibérico en el cuarto territorio en el que se presenta esta obra tras representarse en Argentina en 2014 y ser declarada de Interés social y cultural por la Legislatura porteña de la Ciudad de Buenos Aires, por la Confederación parlamentaria de las Américas y por la Red de Mujeres parlamentarias de las Américas. En 2016 desembarcó en México, una adaptación que estuvo interpretada por Fernanda Castillo y Eric Hayser y también se lució en Estados Unidos. Actualmente la pieza se nutre de las actuaciones de Cecilia Sarli y Chema Coloma.


“Wake up, woman” ha arrancado una nueva temporada en Teatro Nueve Norte, cercano al metro Noviciado. Se trata de una producción teatral de carácter social que tiene como finalidad prevenir y sensibilizar al público acerca de la violencia de género. Esta función cuenta con el apoyo de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género, dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (Presidencia de la Nación), y el apoyo de la Dirección General de coordinación de políticas de género, Mujeres sin miedo y Juntas por la izquierda.

Nos encontramos ante una representación conmovedora y realista, de 75 minutos de duración, en la que se siente mucho porque cuenta la historia desde las tripas, con los protagonistas naufragando en el dolor. “Wake up, woman” es una experiencia de vida sin concesiones, además de una terapia contra el aburrimiento y el conformismo que nos encontramos en otros títulos teatrales de la capital.

La historia nos presenta a una pareja, Natalia y Federico, que acaba de contraer matrimonio. Pero ésta no es una típica historia de amor ya que, poco a poco, la cotidianeidad da paso al abuso. Ambos experimentan sus primeros problemas en la convivencia que dejan a la protagonista fisuras invisibles al no afrontar tantas contrariedades. Y es que su tormentosa relación no le permite recomponerse y tampoco sabe a ciencia cierta qué hacer para dejar atrás los malos recuerdos que está generando, esos avisos que nunca debió dejar pasar.

“Wake up, woman” es una obra que inquieta, de esas que se clavan en la razón pero sobre todo sacuden en el corazón puesto que aborda una historia que puede ser de cualquiera. Y considero que ahí radica su impacto ya que nos sumergimos en un mundo del que a veces no tomamos consciencia, cuando realmente sólo comprendiendo el dolor de las víctimas seremos capaces de salvar sus vidas antes de que sea demasiado tarde.

Cecilia Sarli y Chema Coloma se comprometen en demasié con sus papeles, haciéndonos reflexionar sobre los elementos que engendra la violencia doméstica incluso una vez completada la función y conocido el anunciado desenlace. Los intérpretes nos introducen en una obra intensa, un título que requiere cierto valor en los espectadores, pero que a la vez es preciso porque describe a la perfección hasta dónde es amor. Y es que en la mayoría de las ocasiones la violencia de género no comienza con un golpe sino, como aquí se narra, con una palabra malsonante, un desprecio o un ataque de celos (como cuando el verdugo, como si fuera la víctima, le prohíbe a su mujer ir a una fiesta de trabajo) que dan inicio a una escalada de sumisión y maltrato.

Uno de los puntos fuertes del montaje, más allá de que en los momentos dramáticos la música cobre otra dimensión, es la forma en que está dividido para que descubramos que del príncipe azul al maltratador, al hombre agresivo y posesivo, no hay tanto trecho. Así, la obra se articula en varios actos, primero un prólogo y después varios capítulos que se van indicando por medio de una pantalla. Si tuviera que poner un pero sería que la historia se desarrolla en un escenario austero, aunque los que estamos acostumbrados a disfrutar de teatro off, y de bajo presupuesto, damos rienda a nuestra propia imaginación y asumimos que, por ejemplo, la pareja esté tomando un plato que no contiene realmente alimentos. Porque esta obra podrá pecar de casera, pero a veces se dice más con el silencio o los movimientos que con las propias palabras. Sólo basta detenerse en la danza que tiene cabida en esta historia y dónde la protagonista grita con la mirada, a la vez que pide auxilio con el cuerpo, al público que tiene delante.

Creo que hacía mucho tiempo que no me ardían tanto las manos de aplaudir al término de una función. Y es que considero que “Wake up, woman” es una pieza necesaria para entender cómo se gesta la violencia de género, para abrir los ojos de una vez por todas ante esta lacra. Es una obra que duele, pero que a la vez cura y sirve de homenaje para las mujeres que ya no están.

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