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martes, 21 de mayo de 2019

Crítica: obra “El fuego amigo”

La cámara no va a dejar de grabar


PAULA OLVERA- El Teatro del Barrio acoge durante el mes de mayo “El fuego amigo”, una obra para preservar la memoria de José Couso así como la de todos los periodistas, como Taras Protsyuk de la agencia Reuters, y civiles ejecutados impunementeen los conflictos bélicos. La historia de una hora de duración dirigida por Juanma Romero Gárriz nos traslada a Irak, concretamente al 8 de abril de 2003 cuando se produjo el asesinato del cámara español en el Hotel Palestina de Bagdad elegido por el gobierno iraquí para alojar a la prensa internacional. Un proyectil de un tanque norteamericano impactó en el piso 15 del edificio acabando con la vida del reportero gráfico y provocando otros daños colaterales, aunque no romper con la profesión que representa.

Dentro del Festival Surge 2019 no os podéis perder el próximo 26 de mayo el último trabajo de la compañía Vuelta de Tuerca que inició su andadura teatral en 2003. Se titula “El fuego amigo” y se estructura en forma de monólogo para rendir un necesario homenaje al periodista José Couso que fue asesinado hace 16 años.

Esta tragedia se revive mediante una serie de voces que nos acercan a la figura del reportero para comprender cómo su familia y amigos tuvieron que hacer frente al duelo que ha dejado tras de sí esta pérdida, una herida que sigue sin cicatrizar. La actriz Marta Alonso asume el peso de la función, demostrando su gran capacidad interpretativa al cambiar de rol en numerosas ocasiones durante la representación. No obstante, resulta difícil de seguir, especialmente para el público que no esté acostumbrado a este discurso.

En este sentido, se desarrolla la figura del personaje central de la historia incidiendo en la idea de que hay muertes que son silenciadas, asesinatos por los que nunca paga nadie, atendiendo a intereses supranacionales Y es que si echamos la vista atrás comprobaremos que en aquella fatídica fecha nadie exigió explicaciones al país aliado.

Esta mirada incesante en busca de justicia explica que a José Couso le avisaron de que podía ser objetivo del fuego amigo, de los militares estadounidenses, porque no querían que allí se grabara nada, y aun sabiendo que debía partir junto a sus compañeros de la prensa internacional, continuó en el Hotel Palestina. El hecho de quedarse en el centro de la guerra dice mucho de su calidad humana, era un periodista de raza, valiente, que por encima de su propia vida, y siendo consciente de las posibles amenazas y riesgos que existían, apostó por la verdad. Y como periodista me sigue emocionando esta historia porque no quería que las tropas estadounidenses contaran su propio relato ya que sólo quienes estaban allí presentes podían entender la destrucción y la violación sistemática de los Derechos Humanos que se estaba produciendo. Así que ejemplo de honestidad es una lección para los futuros periodistas que se quieran dedicar a esta profesión.  

“El fuego amigo” se concibe por tanto como una invitación a reflexionar sobre el elevado número de profesionales que son torturados y asesinados por hacer bien su trabajo. No tienen que caer tampoco en el olvido países como Siria o Yemen donde a diario siguen siendo asesinadas personas inocentes, entre las que se encuentran responsables de la comunicación que se juegan la vida por narrar la guerra y por dar voz a los que no la tienen.

Marta Alonso aparece acompañada en escena por Beatriz Vaca y su música. Hay que resaltar que el directo de Narcoleptica parte de la experimentación, la mezcla de elementos que permiten al público que escucha elegir qué punto de fuga seguir dentro de una atmósfera muy evocadora. Los sonidos provocan tensión en los diálogos más álgidos de la obra, por ejemplo, cuando José Couso es asesinado se representa el propio grito del alma y la sala se envuelve de dramatismo.

La iluminación, que corre a cargo de Enrique Muñoz, también tiene un papel clave. El juego de luces marca el ritmo de la propia función y ayuda a que la historia sea más interactiva, al igual que las construcciones de juguete que representan la ciudad de Irak. Está muy bien logrado además el arranque de la obra con una presencia hipnótica de la intérprete.

La escenografía, a cargo de Laura Ordás con la colaboración de Vanessa Actif, es sencilla aunque ciertamente innovadora, es decir, con poco se consigue bastante. La parte visual le aporta más dinamismo a la función, no es únicamente una actriz en el escenario sacando adelante un monólogo sino que ésta se apoya de unos elementos que atrapan la atención del público y es como si estuviéramos prácticamente disfrutando de una película.

 “El fuego amigo” es una obra independiente y arriesgada. En los tiempos que corren es de agradecer que se haga un teatro así, comprometido, contemporáneo y de calidad, que ayude a activar el pensamiento crítico de los presentes a los que más que entretener, emociona y conciencia sobre lo que pasó aquel fatídico 8 de abril.

Con la colaboración de Víctor H. Ospina Giraldo.

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