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sábado, 28 de octubre de 2017

Crítica: obra “Nacidos para bailar”

Lo imposible es posible


PAULA OLVERA.- ¿Pueden siete hermanos compartir la misma pasión? En el caso de Los Vivancos sí. Bailar es su vida y su forma de ganarse honradamente el pan de cada día. Estos artistas se han instalado en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid para protagonizar uno de los shows musicales más espectaculares de los últimos tiempos. En “Nacidos para bailar”, la palabra imposible no existe en el diccionario. Se trata de un acto de exhibición extremo del arte para todos los públicos con una banda sonora de lujo que gravita entre el rock sinfónico y el más puro flamenco. Esta representación, de aproximadamente 110 minutos de duración sin intermedio, marcará un antes y un después en vuestros corazones puesto que combina la emotividad con la energía más revolucionaria.

A estas alturas ya se puede confirmar que Los Vivancos son un fenómeno de masas. Se trata de la agrupación flamenca compuesta por hermanos con mayor proyección internacional de los últimos tiempos que aúna en una misma obra danza, artes marciales y música. Sus protagonistas no entienden de fronteras en los mapas puesto que ya han recorrido más de 200 ciudades y actuado en más de 37 países. Un suma y sigue muy merecido.

Los premios avalan la trayectoria de estos jóvenes que, efectivamente, han nacido para bailar. Premio Prix Gran Teatro La Fenice di Venezia al mejor espectáculo, Prix Special Jerome Medranoa a la mejor interpretación, Premio del certamen coreográfico de flamenco y danza española de Madrid a los mejores bailarines, Certamen coreográfico nacional a la mejor coreografía, Kiwanis International Music Festival a la mejor interpretación musical, Guinness World Record al zapateando más rápido del mundo y todos los premios que llegarán. Porque estos hermanos proponen y la crítica así como el público disponen.

El espectáculo que ofrecen Los Vivancos, que tiene como base el baile flamenco, roza la perfección por muchos motivos. Para empezar, la propuesta es innovadora y arriesgada. Se agradece que, en los tiempos que corren, haya artistas que se entreguen tanto y que incluso se jueguen la vida sobre las tablas con tal de brindar el show deseado por un público que quiere sentirse satisfecho con la entrada que ha adquirido. Parece que, en este caso, la fórmula del ensayo y repetición ha dado sus frutos.  La puesta en escena también es un orgasmo para los sentidos y resalta aún más gracias al acertado vestuario que corre a cargo de Rafael Solís y Luis Hugo Viscarra. Mención especial igualmente para la producción musical de  Joan Martorel.

“Nacidos para bailar” está compuesto por varios números que tienen su punto de partida en la entrada triunfal al teatro de Los Vivancos. Las siluetas de los protagonistas, como si de gladiadores romanos se tratase, se entrevén entre las butacas hasta que todos los bailarines se suben a las tablas y dan rienda suelta a su arte y a su fuerza, una espectacular condición física que es más que evidente.

La música en directo cobra gran relevancia en este show, de hecho, los protagonistas son unos virtuosos de los instrumentos (violoncelo, chelo, cajón flamenco, flauta travesera, violín eléctrico, teclado…) y se presentan al público con un número instrumental. Se trata de “Invierno” de Antonio Vivaldi. Acto seguido, comienzan los zapateos con la música de Deep Purple de fondo. “Smoke on the water” es el tema escogido de esta banda británica de pop rock para llegar a los espectadores.

El siguiente número, que en el programa de mano es titulado como “Torres de madera”, es interpretado por Josua y el cajón. Se trata de un instrumento muy especial que se enrique con el sonido de las palmas y que, en esta ocasión, se emplea también para descubrir de qué depende el equilibrio.
Elías, Judah, Aaron y Cristo son los próximos en aparecer en escena para interpretar un remix de varios artistas. Juntos consiguen crear un show dentro del propio show que resulta divertido y que acerca a los espectadores a temas sobradamente conocidos.

Uno de los momentos más sorprendentes llega cuando los bailarines visten unos trajes con luces Led que trasladan a los espectadores a un universo paralelo sin moverse de las butacas. Los protagonistas fusionan coreografías con efectos luminosos, creando una puesta en escena impactante que parte de la oscuridad. La sincronización de los bailares es digna de alabar en este número donde aparecen y desaparecen a los pocos segundos. Y es que Los Vivancos están divididos por varios cuerpos, pero en escena su alma es sólo una.

La sensación futurista desaparece de la mano de Cristo Vivancos que inunda el teatro de emotividad. El tema escogido para acompañar una preciosa coreografía que incide en la fragilidad del ser humano no podía ser otro que “Hallelujah” de Leonard Cohen. Sin duda, un éxito atemporal de esta gran leyenda de la música. Y es que los conocidos ya como “los siete magníficos” encuentran algún momento del show para lucirse individualmente y ofrecen una actuación nunca antes vista en un gran teatro.

Israel y Elías continúan con tangos sin disminuir la calidad del show puesto que la perseverancia es el motor de la obra. La magia también permanece con Judah y Aarron que apuestan por un complicado número arropado por “Eye Of The Tiger” de la banda estadounidense Survivor. Lejos de abandonar las tablas protagonizan junto al resto de sus hermanos otro número memorable con música reconocible para los seguidores de Metallica y su “Nothing else matters”.

La rumba también tiene su espacio en este vibrante espectáculo que demuestra que el baile es fundamental en cada uno de los momentos vitales porque nos hace espíritus más libres. “Nacidos para bailar” tiene fecha de caducidad en el Teatro Nuevo Apolo ya que el próximo 10 de diciembre Elías, Judah, Josua, Cristo, Israel, Aarón y Josué emprenden una nueva aventura, tras la representación por primera vez de este show el 12 de abril de 2016. Así que ya sabéis, la espectacularidad de los tacones más rápidos del mundo os espera en la vuelta de la esquina.

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