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martes, 3 de octubre de 2017

Crítica: obra “Gross Indecency”

Gross Indecency, el espectáculo imprescindible de este otoño

VÍCTOR H. OSPINA- "Gross Indecency" es una de las obras destacadas de las tablas madrileñas para este nuevo curso teatral. A través de ella, once actores dan vida a cuarenta personajes en lo que fueron los tres juicios contra el que estaba considerado el mejor escritor de todos los tiempos, Oscar Wilde. Un jurado popular le condenó a dos años por pervertir la moralidad de la sociedad victoriana en la que vivió. Visto con perspectiva, Wilde fue víctima de la homofobia. Se llegó a calificar el arte y la literatura del hombre de letras inglés como inmoral, llevando a su abogado a declarar: “¡Parece que lo que está en juicio no es Lord Queensberry sino el arte del señor Wilde!” La obra, dirigida por Gabriel Olivares y adaptada por David DeGea, estará hasta el día 8 de octubre en el Teatro Fernán Gómez de Madrid.

Tras dos horas de espectáculo, los espectadores de la pequeña sala Jardiel Poncela se pusieron en pie para ovacionar al elenco de actores que acababan de protagonizar una de las obras teatrales más destacadas de este comienzo de otoño: "Gross Indecency". Una puesta en escena mayúscula, que está dirigida por Gabriel Olivares, director de otros éxitos como “Burundanga”, “El secuestro” o “Más apellidos Vascos”.

La obra comienza en el juzgado de Old Bailey, cuando Oscar Wilde (interpretado por el actor Javier Martín) denuncia al Marqués de Queensberry, al que da vida Eduard Alejandre, por acusarle de sodomita. Durante los ciento veinte minutos que dura el espectáculo, el escenario muda varias veces de piel: lo mismo se convierte en el aula de una universidad, en un ring o en el salón de la casa de Wilde. El director ha decidido que el espectador sea testigo de lo que normalmente se escondería detrás del telón rojo. Pero estos cambios en el escenario no contaminan el relato de los hechos. No echar el telón tiene otra ventaja: la narración de las acciones y el devenir de los acontecimientos adquieren una gran rapidez. 

El juego de luces juega una importancia doble ya que además de acompañar la acción, indica al espectador el lugar en el que suceden los hechos. La acción central se sitúa en un juzgado, pero el director no duda en congelar ese momento para representar otros hechos paralelos que repercuten en el presente. A pesar de que los saltos en el tiempo están bien diferenciados, este recurso exige que el espectador entregue todos sus sentidos al espectáculo teatral.

“Gross Indecency” cuenta con la participación de once actores, que interpretan a más de cuarenta personajes. Ellos son: Javier Martín, David DeGea, Eduard Alejandre, César Camino, Alex Cueva, Guillermo San Juan, David García Palencia, Andrés Acevedo, Asier Iturriaga, Alejandro Pantany y Carmen Flores Sandoval. Durante la obra, estos actores actúan, cantan, bailan, incluso pelean en torno a un ring. Y siempre descalzos. Su polivalencia recuerda a una chaqueta de doble faz: cada cara tiene un aspecto y función distinta a la del reverso.  
 
A pesar de que hay momentos cómicos, la obra no deja de ser una tragedia. Quien más la sufre es la esposa de Oscar Wilde, que se cambia el nombre. Pero sobre todo Lord Alfred Douglas, interpretado por David DeGea, que se enamoró de Wilde y viceversa. Su reacción en los compases finales de la obra pone los pelos de punta a los espectadores. Y es que la sala es pequeña, lo que permite al público captar las emociones de los actores y crear una atmosfera muy especial. Hay que tener en cuenta que Douglas animó a denunciar al Marqués de Queensberry, su padre, para vengarse de él, pero el proceso judicial se volvió en contra suya y de Wilde.

El escritor, considerado como el mejor de todos los tiempos, fue condenado a dos años de prisión. Un jurado popular le condenó por pervertir la moralidad de la sociedad victoriana en la que vivió. “Personas que pueden hacer semejantes cosas deben estar muertas a toda sensación de vergüenza”, leyó el juez en su alegato final haciendo referencia a las conductas sexuales del protagonista. 

Después de cumplir condena en la prisión de Redding, el dramaturgo se exilió a Francia con lo poco que le quedaba, sin prestigio y sin dinero. Murió años después por una infección en un oído que no fue tratada adecuadamente mientras estuvo en prisión. Si queréis descubrir más acerca de la vida de esta figura histórica, recordad que “Gross Indecency” estará hasta el día 8 de octubre en el Teatro Fernán Gómez.

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