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lunes, 15 de mayo de 2017

Artículo: Movimiento 15-M

¿El viejo mundo se muere?

PAULA OLVERA- Decía el teórico Antonio Gramsci que “la crisis consiste precisamente en que muere lo viejo y no puede nacer lo nuevo; y en ese interregno se producen los fenómenos morbosos más variados”. Todavía hoy muchos recuerdan la acampada que tuvo lugar en la madrileña Puerta del Sol a raíz de los acontecimientos del 15 de mayo de 2011. El movimiento 15-M, también conocido como el Movimiento de los Indignados, es un gran ejemplo de opinión pública donde se sumaron todas aquellas opiniones y predisposiciones del pueblo que debieron ser tenidas en cuenta por los que ejercían el poder en público en aquel momento. Un movimiento popular que marcó un antes y un después en la sociedad en la que vivimos y que actualmente sigue muy presente.

El 15-M se entendió como un movimiento social que llegó a ser más global que otros porque promocionó el debate público y luchó por unos objetivos comunes claramente definidos. El escenario en el que se desarrolló fue la esfera pública, en un ambiente informal aunque también se mantuvieron reuniones de carácter privado en el seno de las agrupaciones. También se incorporó la esfera pública virtual que hace referencia a la ciberdemocracia, modelo que confiere a los gobernados canales de participación alternativos donde tienen relevancia los medios interpersonales como los blogs o las redes sociales que permiten transmitir rápidamente el mensaje. La tecnología ha globalizado los problemas en tiempo real, tal y como se pudo observar en manifestaciones como la iniciada el 15 de mayo de 2011. Así, se consiguió que, cada día que pasaba, diversas personas se unieran a la causa porque creían que existía otro camino posible. Y es que como ya expresaba el filósofo Habermas, “los movimientos sociales son las fuerzas de la sociedad civil”.

En la actualidad todos somos legítimos para expresar una opinión pública, de hecho, nadie debería ejercer poder sobre nosotros sin pedir nuestra opinión primero, el famoso axioma de sin gobernados no hay gobernantes. Sin embargo, muchas veces, tener opiniones políticas fijas impide ver el cambio, en este caso, un nuevo movimiento social que por aquellas fechas citadas se estaba gestando. Y es como ya aventuraba Aristóteles “en la democracia gobiernan los pobres”, dando a entender que el voto es lo poco que tiene la población civil para defenderse. A día de hoy, seguramente, muchos de los integrantes de aquel 15-M siguen creyendo que la democracia está “secuestrada” y que el único camino es conseguir una forma de organización en la que realmente se pueda participar en los asuntos públicos. Un movimiento que, sin duda, fue el resultado de una generación que puede cambiar las cosas y que no pretende hacerse con el poder sino influir en él, convirtiéndose en contrapoder y exigiendo el compromiso de los partidos que hoy luchan por gobernarnos.

El Movimiento de los Indignados fue un ejemplo de opinión pública, teniendo en cuenta que existen principalmente dos tipos. Por un lado la agregada que es la suma de juicios individuales a través del voto. Lo que importa aquí es el resultado para saber la voluntad ciudadana. Por otro lado está la discursiva que se entiende como un proceso constante que da paso a la deliberación del público. Está sujeta a valoraciones e interpretaciones y aplica a pies juntillas la frase “hablando se entiende la gente”.

El 15-M intentó convertirse en portavoz de la opinión pública, promocionándose a través de los medios de comunicación. Hay que recordar que empezó como una manifestación más, a la que muchos medios proyectaron poca cobertura, pero por su posterior repercusión se le otorgó el mayor espacio y tiempo posible en parrillas televisivas, programas radiofónicos y prensa, además de redes sociales. Se necesitó mucho esfuerzo para introducir el 15-M en la agenda oficial, alterándola en los días posteriores. Y es que, lejos de generarse silencio o marginación, los integrantes del movimiento social siguen luchando de diferentes formas por sus derechos. Basta con recordar que, a raíz de este acontecimiento, se fundaron partidos políticos.

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