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lunes, 31 de octubre de 2016

Crítica: documental “Spain in a day”

Como la vida misma


PAULA OLVERA- La directora de cine Isabel Coixet se ha arriesgado más que nunca con la puesta en marcha de “Spain in a day”. Este documental tiene su origen en “Life in a day”, producido por Ridley y Tony Scott, cuya misión era capturar la esencia de la vida en un día cualquiera. En España esa jornada fue la del sábado 24 de octubre de 2015, la cual estuvo repleta de móviles en mano y cámaras en modo REC. Menos de un año después ya tenemos el resultado, un retrato de la existencia de más de cuatrocientos españoles que muestran a pantalla aquello que les mantiene felices o les hace sufrir. A través de un hilo conductor muy preciso, peripuesto de cuestiones, descubriremos puntos de vista únicos sobre historias cotidianas que brindan por un día más en la Tierra.

¿Qué diríais si alguien os propusiera capturar lo que estáis haciendo en este preciso instante? Aparentemente se trata de un momento común, pero que sumado a otros minutos cotidianos de nuevas almas adquiere un significado muy característico socialmente. Isabel Coixet ha llevado este reto a la gran pantalla, todo gracias a la participación de miles de personas que el año pasado tuvieron la oportunidad de convertirse en actores de su propia vida por un día. Desde que este proyecto se planteó, a través de una campaña en los medios de comunicación, las redes sociales se inundaron de respuestas positivas ante esta iniciativa. Prueba de ello es que el equipo llegó a recibir 22.638 vídeos caseros, de los cuales el documental seleccionó los 404 más representativos de la sociedad.

El documental, de aproximadamente ochenta minutos de duración, se estrenó el pasado 30 de septiembre en diferentes salas del país. Yo acudí a un pase vespertino en Cines Verdi de Madrid que me parece especialmente significativo para disfrutar de este tipo de propuestas cinematográficas. Este espacio cultural también tiene su propio sello distintivo y me resultó muy acogedor, sobre todo después de fijarme en que la mayoría de los espectadores acudieron sin compañía para disfrutar de películas de calidad en versión original subtitulada. Este fue el caso de “Spain in a day” que mantenía subtítulos en inglés, una buena manera de acceder a un mayor número de personas de diferentes nacionalidades. 

“Spain in a day” se ha convertido en la mayor película documental participativa rodada en nuestro país, un récord que ha demostrado que a Isabel Coixet nada le viene grande. Con varios Premios Goya en su haber, entre otros reconocimientos, y una filmografía recomendable que tiene como penúltimo título el cortometraje “Un corazón roto no es como un jarrón roto o un florero”, la directora catalana continua inmersa en nuevos proyectos mientras saborea el trabajo bien hecho en el citado documental. Una labor que no hubiera sido posible sin las imágenes grabadas por todos aquellos españoles que, desde dentro o fuera de nuestras fronteras, abrieron sus corazones al mundo.

Este proyecto rescata momentos de una vida al estilo de “Boyhood”, con la peculiar característica de que engloba a diferentes personajes que no se conocen entre sí y que han permitido configurar un retrato muy cercano que refleja la normalidad de un día cualquiera, sin artificios, sin retoques. La fecha marcada en el calendario para esta emocionante vivencia se produjo el sábado 24 de octubre de 2015 por lo que la película narra la vida en España en un momento concreto que ya jamás se podrá olvidar.

A medida que avanza el documental descubriremos instantes de todo tipo, desde la felicidad a la tristeza de una persona en concreto, desde la lucha por un problema hasta el optimismo por superarlo a través de repetirlo en una grabación, desde la solidaridad de los españoles que aparecen en los vídeos hasta la reivindicación de los mismos. Todo ello envuelto en un clima de esperanza porque la situación de muchas familias mejore. Y es que ante todo “Spain in a day” es una llamada a encontrar la felicidad en medio de la adversidad que atraviesa el país, a ser valiente y a no tirar la toalla ante nada ni nadie. Los protagonistas de estas historias son gente sin complejos que comparten su intimidad con tal de buscar el bienestar social.

El documental contribuye a una buena causa porque muchas veces no somos capaces de ponernos en la piel de otras personas si no experimentamos sus mismos temores o inquietudes. Durante esta grabación se consigue que los espectadores sean capaces de entender la preocupación de los que se encuentran en situación de desempleo o precariedad laboral. También el público se acerca más a aquellos que mantienen enfermedades como el cáncer que hacen comprender que sin salud no nos queda nada y que debemos exigir una mayor investigación en este campo porque hoy puede ser otro, pero al día siguiente nos puede tocar a nosotros mismos. Y, sobre todo, se incide en un problema que hasta hace poco parecía muy lejano, pero que este 2016 nos toca de lleno en Europa: la crisis de los refugiados es una realidad y las imágenes filmadas aquel sábado de octubre de un año atrás, rescatando del mar a un montón de personas, no eran más que un preludio de la circunstancia que, desafortunadamente, estaba por llegar.

Este proyecto participativo mantiene un hilo conductor muy interesante para que los espectadores doten de significado cada pequeño retazo de vida. Puede resultar un poco chocante a nivel visual cambiar tanto de escenarios, de personajes y de calidad de la imagen, pero quizás éste sea uno de los encantos de “Spain in a day”. Se han aunado cientos de momentos reales a través de preguntas acerca de lo que tememos, a quién amamos, en qué creemos o cuáles son nuestros sueños. Os podréis imaginar la variedad de respuestas y perspectivas visuales ante estas cuestiones que vienen acompañadas de pedazos audiovisuales filmados con el corazón.  

Si queréis emocionaros y al instante esbozar una sonrisa este documental será vuestra debilidad. En él encontraréis la magia, inocencia y curiosidad que transmiten los más pequeños de la casa contrapuesta con la paz y sabiduría que expresan los más mayores. Escucharéis risas que no están enlatadas, sentiréis como propios besos y abrazos que no son de ficción, sino una colección de sentimientos que ensalzan la palabra amor. Vuestro estómago se revolcará con la comida de otros que comparten sin acritud el sabor de su vida. Todo ello con una banda sonora compuesta por canciones según el estado de ánimo de cada participante. Al final de las grabaciones descubriréis que, en el fondo, a los españoles nos gustan las mismas cosas y todo lo que nos preocupa, así como nuestra manera de sufrir, también se asemeja bastante. Por eso se nos ofrece un último aliento para que salgamos ahí fuera a comernos el mundo.

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