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miércoles, 20 de julio de 2016

Entrevista: Ángel Málaga

“La cultura está en peligro de extinción”


PAULA OLVERA-  La madrileña calle la Palma número 18 aguarda Espacio Labruc. Actualmente, Ángel Málaga es el encargado de coordinar la comunicación de este lugar multidisciplinar que presta especial atención a las artes escénicas. Precisamente alberga una sala con capacidad para 52 personas donde se representan montajes de corte alternativo, que se alejan de los personalizados en los circuitos teatrales comerciales. Se entiende por tanto como una de las nuevas y populares salas del denominado entramado off de la capital que cada día gana más adeptos porque permite a los espectadores disfrutar de propuestas escénicas sorprendentes y alejadas de lo convencional. Un espacio que ha surgido contra la crisis económica que sufre el país y que promete seguir en pie a pesar de las trabas. ¿Lo conocemos mejor de su mano?

P: ¿Cuál es el perfil de los espectadores que acuden a Espacio Labruc?

R: Es público interesado en las artes escénicas en general y en la nueva creación, experimentada y arriesgada, en particular.

P: ¿Hay ofertas especiales para algún tipo de espectadores?

R: Hay algunas entradas a precio reducido para estudiantes, desempleados y mayores de 65 años.

P: ¿De qué manera los espectadores pueden adquirir sus entradas?

R: A través de Entradium, mediante reserva telefónica o con la compra en taquilla.

P: ¿Me podría dar cifras aproximadas de las personas que acuden en un mes a este espacio teatral?
 
R: Unas 1.100 personas de media al mes. 

P: Hablando de las funciones, he visto que estrenan obras propias, pero también hay compañías invitadas, ¿qué características tienen que tener estas compañías para que puedan ser programadas en este espacio escénico?

R: Deben estar en la línea de programación del espacio: obras nuevas o novedosas, fuera del circuito comercial, experimentales y de corte contemporáneo. Nuestra compañía monta una pieza cada dos años, el resto son compañías externas o becas de residencia.

P: Entonces, en este espacio, ¿los directores optan por textos propios o también presentan versiones de obras consagradas?

R: Lo más frecuente son los textos propios, aunque estamos abiertos a las reinterpretaciones contemporáneas de textos más antiguos, siempre que sean coherentes con la línea de Espacio Labruc.

P: Hace tiempo acudí a ver la representación “No (me) abandones” en su espacio. ¿Qué temas suelen tratarse en las obras que acogen?

R: Cuestiones de género, crítica política, problemáticas sociales como el abuso, el maltrato, etc., pero sobre todo la belleza, piezas que son comprometidas y bellas.

P: Como sala teatral alternativa, ¿cuáles son sus formas de promoción, de darse a conocer?

R: Web, redes sociales, revistas especializadas y mailing.

P: ¿Cómo se financia este espacio?

R: A través de la taquilla y del alquiler de espacio. No tenemos ayudas públicas.

P: Ante esta falta de ayudas públicas, ¿tienen rentabilidad económica por sí mismos?

R: Un espacio escénico de nuestras características no es rentable, pero sí sostenible.

P: De cualquier manera, han optado por la multiprogramación. ¿Qué les impulsó a realizar esta multiprogramación con la que muchas compañías no están de acuerdo?

R: Hay muchas facturas y créditos que pagar y devolver y, sin ayudas públicas, no podemos no hacer multiprogramación. Es algo que nos gustaría descartar, pero por el momento no podemos.

P: ¿Cuántas personas componen el personal de la sala y cuáles son sus funciones principales?

R: Todas las labores recaen en el director artístico y la directora técnica. Actualmente, además, dos becarias realizan prácticas en el espacio.

P: Se habla mucho de los problemas legales y administrativos de las salas teatrales no convencionales, ¿disponen de licencia?

R: Sí, nos ha costado cinco años de trabajo ya que comenzamos a pedirla con un proyecto anterior en el mismo espacio. En este momento ya disponemos de cobertura jurídica para desempeñar nuestra actividad. Todo son problemas para obtener una licencia en esta ciudad.

P: He leído que estas licencias son desmesuradas, ¿es esto cierto?

R: Completamente cierto. Tras el Madrid Arena, el Partido Popular endureció la ley y nos aplicó y aplica la misma normativa que a una macro discoteca con capacidad para 10.000 personas. Nuestro aforo máximo es de 52 personas, ¡es una locura! Hay que puntualizar que es la Comunidad de Madrid quien tiene en sus manos la voluntad de modificar la ley o añadir un anexo a nuestro tipo de salas, pero de momento no han hecho nada y nos aplican la ley al uso, cuando nosotros no somos espacios al uso, no somos Madrid Arena.  

P: ¿Qué permiso o permisos han necesitado para abrir el espacio?

R: Nosotros nos tuvimos que hacer empresa de construcción para hacer la reforma, ya que subcontratramos directamente todos los servicios para abaratar los costes de la misma: permiso de obras, inspecciones de la Comunidad de Madrid, del Ayuntamiento, etc. Cada inspección y cada trámite significan tiempo y, sobre todo, dinero. Hay que pagar hasta para hablar con el funcionario de turno si te descuidas (risas).

P: ¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan para sacar la sala adelante?

R: Problemas económicos, especialmente por la necesidad de tener dos años de trayectoria para comenzar a pedir subvenciones, cuestión que tampoco te asegura que te la vayan a dar.

P: ¿Considera que existe competencia con otros teatros alternativos de la capital?

R: No. En el circuito independiente, preferimos esta palabra a la palabra alternativo, somos compañeros y todo suma. En nuestro caso, por la línea de trabajo que llevamos, no existe ese conflicto, pero puede que en otros espacios sí.

P: ¿Y con los teatros convencionales existe competencia?

R: No hay competencia con los teatros convencionales, ya que la programación es totalmente diferente y el público es consciente de ello y es un público con otros intereses.

P: Por último, ¿considera que los teatros alternativos están en peligro de extinción?

R: Sí, la cultura de base, que es donde nos ubicamos, está en peligro. Es más, la cultura está en peligro de extinción.

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