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viernes, 17 de julio de 2015

Crítica: obra “Fluxus”

Absurda diversión

AURORA SALVO AMORES- La obra “Fluxus” se representa desde el pasado mes de abril en La Escalera de Jacob de Madrid. Cuatro personajes son los protagonistas principales, aunque durante la representación pueden aparecer algunos más. La compañía Benamate es la encargada de llevar a escena esta disparatada ficción compuesta por varias historias irracionales, pero que cuentan con un sentido propio. Se trata de una oferta que invita a vivir el momento, sin pensar mucho en lo que opinen los demás. Una forma saludable de olvidarse de los problemas de forma irónica y con una sonrisa. Este montaje es una propuesta distinta que no da opción al raciocinio. Una sorpresa muy favorable que se puede descubrir en la cartelera de la capital hasta el próximo 30 de julio.


Si buscas una obra para sentarte cómodamente en la butaca, “Fluxus” no es tu representación. Esta comedia se centra en postulados absurdos que moverán a los espectadores de sus asientos, tanto a nivel moral como físico. Nadie está a salvo de la acción de estos cuatro personajes aparentemente serios y trajeados. Desde que se bajan las escaleras que transportan a la sala en la que se representa la función todo puede pasar. Las situaciones más disparatas se dan cita, aunque muchas veces éstas son superadas por la realidad.

La compañía Benamate ya participó en “Talent Madrid 2015 con su representación “No se puede mirar”. Se podría decir que “Fluxus” es la segunda parte de ésta, que ya triunfó en los madrileños Teatros del Canal. Sin embargo, aunque ambas se basan en situaciones irracionales, en esta ocasión los personajes llevan a escena nuevas historias que sorprenden a los asistentes. Juan Carlos Alonso, Diego Lescano, Marika Pérez, sustituida en el mes de julio por Luna Paredes, y Alfonso Gómez son los encargados de esta difícil tarea. Puede parecer que en teatro está todo inventado, pero agrupaciones teatrales como esta demuestran que aún queda mucho por hacer. Los actores se mantienen en su papel sin cambiar un ápice su registro, a pesar de las continuas oportunidades en las que sería sencillo que se escapase la risa, debido a las situaciones que se retratan.

El atrezzo de este montaje es prácticamente nulo. Su fuerza reside en la expresión corporal y en la utilización de elementos cotidianos para conseguir despojarles de una parte del significado que a veces le damos. Cualquier cosa puede resultar banal si se mira y se manipula de la manera adecuada. La crítica está servida de la mano de todo y de todos, siempre en tono desenfadado y sutil. Las preocupaciones se quedan en la calle y solo hay espacio para una risa natural que resulta inevitable.

La interactuación con el público es continua, siendo éstos una de las partes más importantes del show. Todos son protagonistas y a la vergüenza no se le vende entrada para este espectáculo. De hecho, su buen hacer como partícipes de la obra podría tener una recompensa inesperada que no corresponde aquí desvelar.

Los espectadores que vayan a acudir a esta representación deberán hacerlo con la mente abierta y con ganas de pasar un rato muy divertido, la seriedad no tiene cabida. Aquellos que estén dispuestos a cumplir estas condiciones, podrán disfrutar de esta representación en La Escalera de Jacob de Madrid hasta el 30 de julio. Nada mejor que ahuyentar el calor que hacerlo de la mano de un teatro absurdo, pero inteligente.

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